Desde su presentación en la primavera de 2021, en Brasil, hemos tomado contacto con Pulse en varias ocasiones, y siempre con la misma versión (la misma unidad). La primera, cuando lo probamos a finales de 2022, con una muy buena impresión inicial. La segunda, en una escapada a la siempre magnética Merlo, en las sierras del noreste de San Luis, y la última, la más larga, a la selvática Misiones con su majestuosa vegetación, puntualmente al Soberbio. A estas alturas, por lo tanto, este Pulse Drive CVT, con más de 35,000 km sobre sus ruedas, es un viejo (y querido) conocido.
Por cuestiones laborales, viví en la provincia de San Luis durante 10 años, casi todos en el siglo pasado (a finales), y parte de ellos en la parte norte, cerca de San Francisco del Monte Oro, destino final de esta escapada con la Fiat Pulse. Luego de haber conocido y bastante San Luis, de la ciudad capital hacia el norte, puedo decir que sus atractivos naturales son muchos y dignos de conocer. Seguramente lo más familiar resulte Merlo (que vaya si tiene lo suyo), pero hay tantos otros, que no muchos saben de su existencia, pero con sus atractivos paisajes, y San Francisco del Monte de Oro es uno de ellos. También históricos, ya que en 1888, Sarmiento fundó su primera escuela, a sus 15 adolescentes años, justamente en esta localidad, que aun conserva aquel rancho, protegido bajo una estructura de hormigón.
Aunque había vivido durante más de 4 años en Quines, a unos 50 km de San Francisco del Monte de Oro, no fueron tantas las veces que me tocó recorrerla y por lo tanto no recordaba tantas cosas, como sí de Quines. Sin embargo, al regresar, luego de tantos años, si me resultaron familiares algunas imágenes, varias, y entre ellas el cerro El Amago, punto de paso obligado para cruzar hasta la famosa La Carolina (destino de buscadores de oro). En aquellos años hice este camino, entonces de tierra, peligroso y en una pick up Renault Rodeo (Traffic). Hoy de hormigón, bastante angosto y con curvas muy cerradas que (imagino) complican el cruce de 2 vehículos en sentido contrario de manera simultánea. Digo «imagino» ya que en esta ocasión, con Pulse no nos topamos con vehículos de frente, pero sí imagino su peligrosidad, como tantos otros caminos de montaña estrechos.
Esta vez no llegué a La Carolina; hablamos de un viaje familiar, breve (algo menos de 3 días), y pensado para disfrutar de una cabaña «pegada» al río, a una olla espectacular, de unos 30/40 m de largo y unos 10 m de ancho, ideal para nadar ya que la profundidad superaba los 3 m en algunos puntos. Hay que decir que como tantos otros arroyos de montaña (este lo es, no un río), su caudal puede variar de manera importante de acuerdo a las lluvias, pasando de ser casi un hilo de agua a un violento río durante las crecientes. Justo había crecido el dia anterior asi que tuvimos la suerte de encontrarlo con bastante agua, incluso al dejar la cabaña (3 días después), había bajado de manera notoria. Estar en una cabaña con bajada a ese arroyo resultó espectacular. Absoluta paz. Claro, este lugar tan pintoresco no es la excepción, y en fines de semana de enero, a la tarde, «se llenaba» de gente, pero a la mañana teníamos esa «laguna» casi para nosotros solos, impagable.
Del Fiat Pulse Drive CVT hemos hablado bastante en otras ocasiones, así que no repetiré nuevamente conceptos. Sí puede resumir que en la ruta de las Altas Cumbres, ante exigencias de acelerador repentinas, como buen CVT, acelera «en vacío», como un ciclomotor (hablamos de sensaciones) y la verdad es que en estas situaciones (que ocurren pocas veces al año) no me gusta para nada la caja automática variable. Ni esta ni las demás probadas en distintos modelos. Ahora, en ciudad y en ruta circulando de manera tranquila, normal, es un placer. Pulse tiene un confort de marcha excelente, superior incluso al de su primo hermano argentino Cronos y con una terminación levemente mejor. El motor de 99 CV no permite emular al flaco Traverso y menos con la caja CVT, pero es sereno, algo ruidoso, austero y confiable. Tras muchos kilómetros en la misma unidad (seguramente en orden de los 7,000 aprox.) me resultó más que placentera la experiencia a bordo. Destacable confort de marcha.
¿Que más hicimos en esta breve escapada?
Bueno, en San Francisco fuimos a Río Juan Gomez (lindo lugar), al Cerro El Amago, al Dique las Palmeras, a visitar amigos de aquellos años a Quines (quienes también nos visitaron en la cabaña) y todo el camino (de ida y de vuelta) por las Altas Cumbres cordobesas, siempre encantador y magnético. Sin dejar de mencionar todo el tramo entre Mina Clavero y Villa Dolores, pasando por Nono, Los Hornillos, Las Rosas y varias pintorescas localidades que reciben muchos turistas en el verano. Breve escapada familiar, para desenchufarse un par de días en la tórrida enero de Córdoba, en un placentero viaje a bordo de (a estas alturas) nuestro amigo Pulse.