Desde hace tiempo, cuando se dan las condiciones (varias), aprovechamos para viajar con algún modelo, ya probado anteriormente o no, en escapes lúdicos, relajados, que sirven para vivir la prueba de otro modo, más relajado, menos frío, y de paso conocer nuevos lugares o, también, volver a visitarlos. De hecho, ya habíamos probado este mismo Fiat Pulse Drive CVT, y también nos habíamos subido para visitar la siempre pintoresca Merlo y sus mágicas sierras, en la provincia de San Luis. Pero también en un viaje similar a este, a Misiones, pasando por los Esteros del Iberá, con Volkswagen TAOS, y en el verano, con el icónico Jeep Wrangler a la costa, en plan familiar. Antes, un viaje similar a este con Nissan Versa. Por lo tanto, no me referiré centralmente a Pulse, sino más bien a la experiencia vivida.

En este caso viajamos 2 personas solamente. El espacio de carga de Pulse obviamente alcanzó para los pocos elementos llevados, sobre todo teniendo en cuenta que serían 5 días. Saliendo de Córdoba, un miércoles a las 6 de la mañana, tomando la RN19 hacia Santa Fe. Resulta increíble que a estas alturas no esté terminada la Autovía, sea responsabilidad de quien fuere, tratándose de una vía importantísima para el país y la región. Hasta San Francisco, resuelta por partes. De allí hacia el Este, autovía. Repetimos el camino de los 2 años anteriores, poco antes de Santa Fe, tomando la RP6, pasando por Franck y hasta Nelson. No sé si finalmente conviene para evitar la «Circunvalación» de Santa Fe. Luego la Ruta 11 hacia el norte hasta Vera, donde la 11 se desvía hacia el Este, rumbo a Reconquista, tierra del recordado goleador Batistuta.

Antes, en Gobernador Crespo, parada obligada para los alfajores Norteños, recomendables. En Reconquista ya «se huele» el río Paraná, estando a 240 km de Corrientes, primera parada del viaje. Poco, teniendo en cuenta que el día cerraría con casi 1,000 km transitados en este Pulse Drive, de muy buen andar, hay que decirlo, si bien la caja CVT sigue sin ser de mi agrado y sobre todo en ruta, cuando hay que encarar sobrepasos repentinos. Corrientes nos recibía, previo paso por Resistencia y el cruce por el espectacular puente General Manuel Belgrano. No deja de sorprenderme la majestuosidad del río y el puente construido por el hombre. Espectacular atardecer en Corrientes. Desembarco rápido y caminata por su magnética costanera. Intento de meternos al río Paraná (todo un símbolo para un cordobés..), lo que completamos a medias.

Descanso bienvenido y partida temprano, aunque no tanto como el día anterior, hacia El Soberbio, Misiones, destino final para conocer el Parque y los Saltos del Moconá. Así como la Ruta 11 de Santa Fe y Chaco, deja bastante que desear, sobre todo en algunos tramos, las rutas misioneras y e menor medida la correntina, se encuentran en muy buenas condiciones, en general. Además, ya entrando en «tierras de tierra colorada», todo se vuelve mágico, verde y colorado en una combinación atrapante. Una curiosidad: en Resistencia vimos un Tucán volando (no en este viaje) y en Corrientes 3 monos cerca de la ruta. En Misiones, corazón de la selva, casi nada. Casualidad, simplemente. Dado que en los viajes anteriores no habíamos entrado a Posadas, aprovechamos para recorrerla, al menos fugazmente por su pintoresca costanera. Me gustó. Y por eso, los 540 km de ese día, entre Corrientes y el Soberbio, terminaron uniéndose en unas 8 horas, breve parada para almuerzo al paso incluida.

De todos modos, reitero, esa última parte del viaje es muy atractiva. Como he comentado en otras oportunidades, acá no hay canje ni vínculo comercial. Simplemente resalto el Hotel El Soberbio Lodge, «metido»en la naturaleza, muy cerca del río Uruguay, a unos 700 m campo traviesa. Establecimiento simple, pequeño, pero muy bien presentado y amablemente atendido, y en armonía con el entorno selvático. Cuenta con un camino (áspero) recorriendo unos campos de Citronella, con una vista realmente espectacular. Día más bien cálido, asi que aprovechamos la pileta. Vuelta al Soberbio (pueblo) para recorrerlo y buscar algo para cenar, liviano. Noche muy tranquila en ese entorno. Desayuno «campestre», suficiente, y salida hacia el Parque del Moconá, objetivo final del viaje.

Unos 65 km, muy sinuosos, y muy pintorescos, sobre todo entrando en el entorno más selvático. Todo merece ser observado en esta región. Llegamos al parque, similar al Iguazú en cuanto a la flora, y recorrimos 2 de los 3 senderos recorribles. Paso lento, casi saboreando sonidos, olores, entorno, y la riqueza de la selva, por momentos de apariencia virgen. Muy poca gente en el Parque, afortunadamente para una visita más aprovechable. Luego, inevitable paseo en gomón, también similar al de las cataratas, aunque menos majestuoso, claro. Los Saltos del Moconá (una rareza geográfica), su apariencia, depende del nivel del río. Si está muy bajo, los saltos se hacen más altos, aunque menos espectaculares por el poco volumen de agua. Al revés, cuando el río está crecido (como en este caso), se ve mucha agua pero el desnivel es más bajo. Aún así, se disfrutan y mucho. La naturaleza siempre llena el alma. Me llamó la atención un dato de una de las guías del parque. El río, en los saltos, tiene una profundidad de entre 70 y 140 m. Increíble.

¿Y como se va portando este Fiat Pulse Drive CVT?
Bueno. Vamos por partes. El confort de marcha, en general es muy bueno, incluso en caminos en mal estado. Destacable. Me gusta el interior, diferente al Cronos. Nada premium, obviamente, pero muy agradable. Y respecto al conjunto motor 1.3/caja CVT, separo el análisis en 2. En ciudad, impecable, no se siente. En ruta, mientras no se necesiten hacer sobrepasos, la CVT permite transitar a bajas vueltas y por lo tanto este 1.3, motor más bien vueltero, viaja relajado, bien relajado y con alto confort de marcha. Ahora, cuando se necesita pasar otro auto, sobre todo si la maniobre exige cierto apuro, o cuando tocan subidas importantes, la CVT «se va en vueltas» y la sensación es de un ciclomotor. Aplica a todas (o casi) las CVT. Aun así el balance general (no siempre se circula exigido en ruta) es bueno. Hicimos más de 3,000 km y realmente no me sentí cansado. Me gusta mucho Pulse y su andar, más allá de mi opinión personal sobre estas cajas.

Para no alargar la nota, digamos que, ese día luego del mediodía, volvimos al hotel y aprovechamos el entorno y las instalaciones. El cuarto día arrancaba saliendo relativamente temprano, y por la Ruta 2, pero no por Oberá (como a la ida desde Corrientes), sino siguiendo por R2 hasta Concepción de la Sierra, bordeando el río Uruguay y la costa brasilera. Camino cansador, muchas curvas, pero disfrutable. Paso por Apóstoles (capital de la Yerba Mate, o una de ellas) y el Establecimiento Las Marías. Recorrida guiada. Realmente un establecimiento gigante. De ahí la Ruta 14 (Autovía), con muchos camiones (como casi todo el recorrido en los 5 días) hasta Concordia. Llegamos tarde, a las 22 hs, muy cansados. Dormir y arrancar al día siguiente conociendo algo de esta ciudad entrerriana, para luego seguir viaje cruzando hacia el Oeste por la Ruta 14, que a pesar de estar casi terminada, no está habilitada como tal hasta Santa Fe. Cruce por el siempre magnético túnel subfluvial, y hasta Córdoba, redondeando un reconfortante viaje, a bordo de Fiat Pulse CVT, un interesante modelo familiar. Y con un consumo bastante contenido, aun a velocidades mayores a las legales.