La idea no es nueva. La hemos practicado en otras oportunidades. Recordamos rápidamente el Operativo Verano con Fiat Grand Siena Essence Dualogic o más reciente, una escapada a la costa con Fiat 500 Lounge AT, y antes con Toyota Corolla a Tucumán o con Fiat Punto a San Luis. Y reiteramos el concepto: así como normalmente las pruebas son más frías, metódicas, puntuales, detallistas, suena atractivo probar un modelo en condiciones diferentes, quizás más realistas, más “libres”, más relajadas. Y ambas alternativas tiene pro´s y contra´s, o quizás, mejor expresado, aspectos interesantes y limitaciones.
Por eso, nos propusimos encarar un viaje familiar, de vacaciones, con Jeep Renegade, modelo que habíamos probado meses atrás. En los papeles ya aparecían aquellas ventajas y desventajas comentadas (teniendo en cuenta que viajamos 5 personas adultas y adolescentes): baúl chico, polivalencia, modelo no pensado para viajar, etc. Pero, resultaba atractivo comprobar estas cuestiones de manera personal, fehaciente, y en un viaje de más de 2000 km y casi 10 días, en los que convivimos con Jeep Renegade.
No vamos a reiterar los conceptos técnicos sobre el modelo; ya lo hicimos en la prueba correspondiente, simplemente vamos a transmitir, de manera “despojada” nuestra vivencia a bordo. Arrancamos intentando cargar bolsos de 5 (4 del sexo femenino…) en el baúl del Renegade, tarea no sencilla en un modelo que no está diseñado a tal fin. Sin embargo (con la premisa de “llevar lo menos posible”, algo complicado de conseguir con el sexo opuesto), aprovechamos el volumen disponible a la perfección (literalmente “no entraba ni una tapita de Coca…”), nos subimos y nos dispusimos a encarar un viaje de poco menos de 11 hs, si todo andaba bien.
En los primeros km comprobamos un muy buen andar en ruta, a pesar de estar con 5 personas y sus bolsos, y el A/A (hacía mucho calor), y con velocidades que, por momentos superaban cómodamente las legales (punto negativo para quien suscribe). A pesar de todo esto, el confort de marcha nunca nos abandonó. Solo un leve ruido eólico del burlete delantero izquierdo (aunque, a velocidades no permitidas). Más allá de lo “cuadrado” y poco aerodinámico del Renegade (al menos a primera vista) encontramos un muy buen andar en ruta.
Mala nota para el motor, o en todo caso, baja el promedio, en lo que hace a la reacción (tanto elasticidad como aceleración). Es cierto que (lo comentamos en el test correspondiente), Renegade no está pensado para un trato deportivo o viajes en ruta cargado, pero de todos modos, los 130 CV del 1.8 E.torQ rinden poco en la práctica. Es un motor al que le falta “pimienta”, y con el peso cargado ya comentado, los sobrepasos en ruta se hacían más largos. Sin dudas, el tema debe mejorar y mucho, con el 2.4 Tigershark (que no hemos probado aun), o con la versión turbodiésel 2.0 de 170 CV (el mismo de Fiat Toro) que llegaría más adelante. No tenemos dudas, el mismo viaje con esa motorización hubiera resultado muy diferente en este punto comentado.
Poco después de mitad de camino, torrencial lluvia, de esas que no permiten siquiera ver la ruta. Apenas pudimos nos corrimos a la banquina y esperamos un rato a que -al menos- se hiciera transitable.
En este caso punto a favor de Renegade, con alta seguridad en una ruta en mal estado y con mucha agua, no se movió de su trayectoria, a pesar de los vientos. Además, la visibilidad es buena, aun con los gruesos parantes delanteros. Bien.
Comimos algunos sandwichs sin parar (la típica ansiedad de llegar a destino) y si bien Renegade cuenta con algunos portaobjetos, podrían ser más y de mayor capacidad, incluso algún compartimiento bajo el asiento o cojin. Seguimos en marcha y comprobamos otra cuestión que se nos había pasado por alto en el test: el Control de Velocidad Crucero. Es “poco celoso”. En el sentido que, estando en funcionamiento, si uno frena o acelera de manera suave, sigue conectado, dando (sobre todo al frenar) un molesto efecto de freno/acelerador, que no es para “volverse loco”, pero debería ser más fino. Si uno frena o acelera de manera normal, se desvincula, como debe ser.
Llegamos a nuestro destino, el mar Argentino, con rima y todo. Buen balance del grupo familiar, con el plus que, Renegade no está diseñado para viajar como función principal, y además éramos 5 y con varios “bártulos” a bordo. Alguna queja menor del respaldo trasero, pero poco menos de 11 hs de viaje daban el aprobado “viajero” al Jeep. Nos sorprendió un Monte Hermoso sin “aguas vivas”; dicen que hace ya 3 años que no están (¿volverán?), y un clima ideal para hacer playa y desenchufarse de -casi- todo.
A la mitad de nuestra relajada estancia en la localidad del sur bonaerense, se me ocurrió ir a hacer unas fotos a la playa, sabiendo que este Renegade no es 4×4, y contaba con cubiertas de uso mixto como -pequeño- paliativo. Aclarando además, que como cordobeses, somos más amigos de la tierra y el asfalto (en ese orden) pero no de la arena, ni tenemos el know how necesario.
Quisimos llegar hasta la orilla (en una zona permitida, por supuesto), y lo hicimos, aunque, tuvimos que renegar un rato para salir, pasando por la arena blanda y en subida, pero lo hicimos.
Llega el momento de emprender la vuelta, con algo más de equipaje y peso (en varios sentidos…), lo que complica aún más la tarea de meternos los 5 y nuestros equipajes en el baúl del Renegade. Tarea lograda. Y salimos, bien temprano, mirando el mar que tanto añoramos (quizás por tener montañas todos los días) y que -al menos por un tiempo- no tendremos tan cerca. Nostalgia. Vuelta más larga que la ida, por un lado, por incendios en La Pampa que obligan a desviarnos varios km, con una autonomía del Renegade tampoco pensada para largos viajes, pero no llegamos a la reserva, cargamos antes. Y descubrimos otra “cosita” que no habíamos advertido en el test; el comando de luz alta (compartido con el de guiño) es bastante sensible, y en varias ocasiones, al anunciar un cambio de carril, accionamos involuntariamente luces altas. Y repetimos la mala nota para el navegador, muy chico, y de resolución/presentación mejorable. Y en viaje cruzando por lugares desconocidos, sobre todo citadinos, se nota.
Más demoras por la decisión de parar para almorzar (siendo la relación mujeres/hombres de 4 a 1, no hace falta aclarar quienes decidieron…), y casi llegando a Córdoba, pasando por el muy atractivo Dique Piedras Moras, coincidimos con la salida de mucha gente que estaba paseando, con un tránsito bastante lento. Nada grave, de todos modos. La constante amenaza de tormenta del sur cordobés, que, en este caso no llegó a concretarse, y la llegada al punto de partida. Operativo terminado.
Conclusiones
Aun a fuerza de ser -muy- repetitivos, insistimos que, una de las atracciones de este operativo era hacer un viaje en un vehículo no pensado centralmente para ello, y -muy- cargado. Y en ese sentido, el balance es excelente porque hicimos un viaje cómodo, con muy buen confort de marcha y espacio interior y nos sentimos muy seguros a bordo, con 0 problemas. A pesar de contar con varios meses en el mercado, sigue siendo un modelo muy mirado. Algunas contras que consideramos menores, salvo una, y empezamos por ella. El motor 1.8 E.torQ dice mucho más en los papeles (130 CV) que en la práctica. Falto de reacción y con un consumo muy poco eficiente, sobre todo en ciudad. El primer problema se solucionó con la versión 2.4 Tigershark, y ambos, con el diésel multijet de la Toro. De todos modos, para un uso normal, citadino, sin grandes pretensiones de respuesta rápida, Renegade es una muy buena opción. Dentro de las menores, debe mejorar el navegador (y la pantalla táctil en general), adoptar una caja de 6 relaciones y poquitas cosas más. Con lo que tiene, y un precio razonable, tiene todo para ser un éxito en el mercado argentino.