Nos subimos al Peugeot más nuevo en Argentina y en su versión más cara y equipada, la Feline, solo disponible con caja automática de 6 marchas y el conocido motor 1.6 de 115 CV. Antes de las conclusiones, breve repaso de su árbol genealógico. Su abuelo e iniciador de la dinastía fue el 205, nacido en 1983, producido hasta 1998 y con un inolvidable y exitoso paso por el rally mundial, grupo B. El 206 tuvo la difícil misión de reemplazarlo en 1998, con dimensiones similares (3.83 m contra 3.7 m del 205). Si bien se destacó en el rally mundial, desaparecido el grupo B, su repercusión fue menor. En 2006 aparecía el 207, bastante continuista con el estilo del 206 y quizás, el modelo con menor personalidad de toda la saga. Las dimensiones crecieron, para llegar a los 4.04 m.
2012 sería testigo de la irrupción del 208, que al igual que sus antecesores, contaba con versiones de 3 y 5 puertas. En 2017 probábamos el divertidísimo 208 GTI. La longitud del modelo retrocedía levemente, para ubicarse en los 3.96 m. Debería haberse llamado 209, siguiendo la tradición, pero, gracias el Peugeot 309, que «aguó la fiesta», quedó en 208. Finalmente, en 2019 fue presentado el 208 segunda generación, con un largo de 4.05 m (el mayor de la historia) y solo en versión 5 puertas. Tres novedades importantes: desaparece el deportivo GTI (será reemplazado por un híbrido PSE o eléctrico), agrega una variante eléctrica denominada e-208, y además, a diferencia del 208 (brasilero), se fabrica en nuestro país. Llegó a la Argentina en 2020 aunque comenzó a venderse unos meses después. Fue elegido Auto del Año en 2020. Después de esta introducción, vamos a nuestras conclusiones del 208 Feline, tras haberlo conducido durante unos 600 km.
Comenzamos por su diseño, creo, el punto más alto del nuevo 208. Cualquier producto «entra por los ojos», y más en el mundo del automóvil. Claramente, el 208 arranca con el pie derecho ya que es un auto «lindo» y que «llama a comprarlo». Obviamente con eso solo no se consigue el éxito comercial: debe estar acompañado de otros aspectos (funcionamiento, confort, calidad, equipamiento, etc.). Veamos si cumple esta segunda generación fabricada en Argentina. Si en la estética acierta a pleno, en el sector frontal muestra su principal fortaleza visual. Aspecto felino, con dos elementos importantes: «colmillos» (iluminados en casi todas las versiones) y 3 franjas verticales en ópticas que emulan sus garras (también atrás). Parrilla de gran tamaño, algo recargada tal vez, hilando muy fino. Exquisito sector frontal. Rara forma del capot con doble hendidura.
Atrás también resulta muy atractivo. Quizás (esto es muy subjetivo) hubiera quedado mejor si la franja plástica que une ambas luces, fuera negro más brillante (simil vidrio) o directamente del color del auto, quedando luces chicas al estilo 205. Pero es solo una conjetura trivial. Al igual que el capot, el portón trasero presenta una rara hendidura, no tan visible. Macizo, gordo, deportivo. Bien. En el perfil encontramos su lado menos personal, tal vez (no confundir personalidad con belleza). Sobrio, también deportivo, y con algunos pliegues/cambios de volumen que le dan mayor personalidad pero que, personalmente hubiera dejado de lado; no aportan demasiado y encarecen su producción. Interesante despeje al suelo (para un modelo teóricamente deportivo). Al igual que sus antecesores, no cuenta con tercera ventanilla lateral (el pilar «C» cuenta con una hendidura estética). Gran distancia entre ejes, un clásico del modelo. Luneta de gran inclinación y puertas traseras visualmente bastante pequeñas. Cintura y capot más bien altos. Neumáticos Bridgestone Ecopia EP150 en medida 195/55R16. Las llantas son atractivas aunque le quedarían mejor otras más clásicas, subjetividad mediante. Vamos adentro.
El acceso no es tan sencillo, aunque tampoco se necesita ser contorsionista, claro. Por un lado, la butaca está en una posición baja (puede regularse, claro) y el volante también, necesidad surgida del i.cockpit, para poder mirar el tablero por encima del mismo. La primera sensación es muy agradable, con un diseño muy moderno, hasta diría futurista, al igual que en sus hermanos más recientes. El negro domina el interior, incluidos un par de sectores con el -tan de moda- «negro piano», muy atractivo y vistoso, nuevo y limpio, pero más susceptible a rayones. Comodísimas butacas, no tan envolventes pero con sector central tipo gamuza, generando muy buena adherencia. Buena postura de manejo (aunque poco ortodoxa) solo penalizada por apoyacabezas muy cercanos y sin regulación horizontal, obviamente en este segmento. Además su calidad está por debajo del resto. Hablando de calidad, constructivamente es buena, con algunos materiales blandos y la mayoría duros, pero con buen encastre. Solo algo frágil la «botonera» central tipo avión.
El tablero propiamente dicho, digital, presenta una novedad respecto a lo visto hasta ahora en Peugeot: se trata del i.cockpit 3D, que si bien no es exactamente 3D, presenta algunas informaciones en un segundo plano espacial respecto a otro, generando apariencia 3D. Como gagdget, sin dudas muy atractivo y para jugar un rato. En cuanto a la practicidad, no tanto, resultando algo confuso y haciendo distraer la mirada más de lo habitual. Aunque sea menos evolucionado, prefiero el i.cockpit «2D», al menos durante la conducción. El tablero presenta 4 estilos de diseño, bastante diferentes. Mínimo (nafta, temperatura y velocímetro digital), Conducción (agrega límites laterales del camino), Cuadrantes (con velocímetro y tacómetro símil analógicos, muy poco visualizables) y Personal (en nuestro caso con datos de computadora de a bordo). Aunque no soy partidario de los tableros digitales (en ningún modelo), variantes como para no aburrirse en este caso. Buena resolución. Quizás algo chico, aunque es algo inevitable por la naturaleza del i.cockpit. Volante achatado en ambos extremos y tamaño menor.
La postura de manejo no es quizás la más natural (al menos a la que estamos acostumbrados) pero uno se acostumbra rápidamente, sin problemas. Vamos al sector central. Pantalla de buen tamaño y buena resolución. Solo le faltaría una perilla de volumen (si bien se comanda por teclas también desde el volante). En lo que hace a la climatización, si bien siguiendo la tendencia actual, se comanda de manera virtual, táctil en la pantalla, cuenta con algunos atajos en la «botonera» arriba comentada, que facilitan su manejo. También manteniendo la tendencia actual, no cuenta con navegador ad-hoc, sino la posibilidad de utilizar el del celular a través de la aplicaciones. Y allí, tecla de balizas muy bien ubicada. Más abajo, pomo de caja automática chico, de muy buen diseño y grip, con opción secuencial hacia la izquierda. No tan bien el indicador luminoso de posición algo lejos, poco visible. Destacable el muy sonido del audio, con varias posibilidades de configuración.
Resumiendo el sector delantero interior, atractivo diseño, buena calidad constructiva, buena posición de manejo, con algunas sombras ergonómicas menores. Vamos atrás. A pesar de las puertas de pequeño tamaño, el acceso no se traduce en una «maniobra complicada». El espacio es bueno a lo ancho, no tanto a lo largo, y como en la mayoría de los modelos actuales, resulta cómodo para 2 pasajeros, no para un tercero, sobre todo en viajes. Confortables plazas traseras, con buena altura a techo. Excelente visibilidad gracias también al enorme techo solar. El acceso al «baúl» es muy sencillo y cómodo, con razonable capacidad, aunque también gracias a un auxilio temporal. De todos modos, sin ser diseñador industrial, creo que podría colocarse una quinta rueda «normal» eliminando el telgopor negro del secto y quizás subiendo un par de cm el piso. Elucubraciones, nada más. Adelante, acceso sencillo al motor, prolijo, no encapsulado y con todos lo fluidos y medidores a mano. Amplia apertura de capot que permite trabajar como si no estuviera. Bien. Pongamos en marcha a este Peugeot 208 Feline.
Antes de hacerlo, breve referencia a su equipamiento. Bueno en confort y muy bueno en seguridad. Respecto a lo primero, lo más destacable es el sistema de acceso y arranque sin llave. Pero evolucionado, ya que, no solo permite abrir y cerrar puertas y arrancar el motor sin tocar la llave (comando), sino que abre y cierra las puertas automáticamente al detectar la presencia cercana del comando. «Chau accionamientos». Uno llega y abre sin tocar la llave, y se va sin tener que accionarla. Excelente. Practiquísimo. También cargador wireless de smartphones. En Seguridad, Mantenimiento de Carril, Frenado de Emergencia Autonático, Luz Alta Automática, Vision Park 180°, Lector de Carteles de Límites de Velocidad, Alerta de Descanso. Solo podría pedirse Control de Crucero Activo, en tren de ponernos en muy exigentes. Aplausos.
Encendemos el motor del 208 a través del pulsador Start&Stop. Este motor 1.6 no es el más silencioso en ralentí pero tampoco desentona. El confort de marcha es muy alto, con ausencia casi total de ruidos y vibraciones. Solo penaliza la caja AT, que si bien es rápida entre cambios, presenta cierta inercia al arrancar. Luego, cumple y de manera eficiente. No es la Steptronic de BMW pero es adecuada para el modelo normal. En todo caso, es el motor de 115 CV que también cumple para el manejo habitual, pero que buscando un manejo más alegre (para el que no está pensado este 208 más allá de su imagen deportiva), muestra sus limitaciones. Lo exigimos en el circuito montañoso (trabado) habitual y respondió muy bien en cuanto a comportamiento dinámico. Dos características. Una negativa y lógica, el quejido de unos neumáticos con perfil más pensados para el confort de marcha (muy alto) que para exigencias deportivas. La otra, positiva, el ESP no resultó muy intrusivo, permitiendo algún leve desplazamiento, permitiendo cierta diversión, segura.
Tanto en ciudad como en ruta, el confort de marcha es notable, sin «sequedad» en trenes rodantes y con buen aislamiento acústico, a velocidades legales. A velocidades mayores el viento comienza a hacerse notar. Destacable «ronquido» deportivo del motor, sobre todo «arriba», que no molesta y genera cierta adicción. Motor de funcionamiento parejo, ni despierta bruscamente ni se duerme. Gran ayuda al confort de la dirección eléctrica. A pesar de un buen poder frenante, cuenta con frenos a tambor atrás. Finalmente, respecto al consumo, en ciudad siempre es «relativísimo», en cualquier modelo y más en aquellos con caja automática. Creo que pueden lograrse 9/9.5 km/l si el tránsito y las paradas/arranques son condescendientes con nuestro bolsillo. De lo contrario, el rendimiento será menor. En ruta, donde la caja casi no cuenta y sí la aerodinamia, a 100 km/h se consiguen algo más de 15 km/l, muy interesantes, y necesarios para un tanque de combustible no tan generoso, de 47 litros.
CONCLUSIONES
Siempre las conclusiones tienen algo de objetividad y algo de subjetividad, es inevitable. No por una tendencia explícita de quien escribe sino porque todos ponderamos de manera diferente los distintos aspectos. En este caso, entre los positivos, claramente el diseño ocupa el primer lugar, aunque también el equipamiento, el gran confort de marcha y una calidad constructiva buena (no sobresaliente). En el debe, o quizás mejorable, un motor de cierta antigüedad y prestaciones más bien modestas (no tanto en un uso normal), auxilio temporal, y el precio, si bien en esta Argentina actual cada vez resulta más complicado comparar o analizar precios.
De todos modos este Feline «full» supera los $ 2.1 millones. La gama arranca en algo más de $ 1.4 millones para el Like con motor 1.2 de 82 CV. Con la próxima llegada del GT Line, con 130 CV se ampliará la oferta. De todos modos, como párrafo final, creo que es una muy buena opción, que entra por los ojos» (ya tiene ganada la mitad de la batalla) y luego cumple en el análisis detallado, con luces y sombras como en todos los autos, pero en la balanza, aprobado, sin dudas.
Parecidos los consumos a los de Pantashita, lindo auto