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Fiat Toro por los caminos del Rally Mundial


Fiat Toro
es una “vieja conocida” de Automotiva, a esta altura. Estuvimos en su presentación en nuestro sur argentino, probamos la “rojo Ferrari” Volcano AT, luego la manual Freedom (pero con todos los opcionales disponibles, que la dejan muy cerca de aquella), también nos hicimos una escapada a hacer kayak en Volcano AT y ahora, decidimos encarar uno de los primes del rally mundial, San Agustín-Villa General Belgrano, casi en su totalidad.


Y la idea era sencilla. A diferencia de lo habitual en nuestras pruebas, intentaríamos no estar preocupados por la integridad del auto, y simplemente intentar recorrer el tramo (con la debida precaución siendo un sector público) en “modo diversión”. En los papeles, 2 contras para esta divertida salida. Por un lado, la tracción 4×4, que disminuye los deslizamientos laterales. Por el otro, Controles de Estabilidad (principalmente) y Tracción que si bien pueden quitarse, en realidad solo es una elección provisoria y parcial; ante un deslizamiento lateral, entran en acción y «anulan el modo diversión».


No importa, vamos de todos modos; al fin y al cabo no es una competencia; simplemente queríamos probar Toro en un camino más exigente y en estado que dejaba bastante que desear. De paso, conocer ese tramo del rally mundial. Saliendo de la plaza principal de San Agustín, encaramos una primera parte bastante recta hasta llegar al punto donde pasaron exactamente los autos del rally (que habían salido frente al tanque de agua, más al norte). Un poco más adelante, la opción de ir a una cantera de piedras o comenzar ya el camino a Villa General Belgrano propiamente dicho; camino, por otra parte, de muy poco tránsito la mayor parte del año. Comenzamos a subir fuertemente, con un camino con muchas piedras sueltas (poco después del paso del Rally) , muy duro, ideal para divertirse, aunque, a la suspensión y demás elementos del auto no le resulten tan divertido.


Rápidamente, nos damos cuenta que el Control de Estabilidad
(en conjunto con el de tracción) entra bastante rápido en acción, bajo el lema “entro ante pequeñas desviaciones, para hacer más seguro el manejo, y la vez más suave”. Y es cierto, las entradas y salidas no son bruscas y aportan al confort de marcha general de Toro. Pero claro, nos juega en contra en esta salida, donde, justamente, lo que buscamos es “perder la línea” de ambos trenes rodantes. Claramente, al entrar en acción ante pequeñas desviaciones, lo que convierte a Toro en un modelo muy seguro (y que es lo más importante), nos aleja de la diversión buscada. Pero también se aprecia en estos casos: en una bajada pronunciada y en curva, con muchas piedras suelta, esta corrección nos evitó un posible susto, pequeño, pero susto al fin. También debemos aclarar que, siendo tracción delantera (pasando a 4×4 al detectar necesidad de sumar el tren trasero), ya arrancamos con un elemento en contra para nuestro cometido.


Es cierto que, en este tipo de caminos, en mal estado, no sentimos la misma fortaleza “nivel tanque de guerra” que con RAM, pero sí se percibe sólida, con un gran confort de marcha, dado no solo por amortiguación y trenes rodantes, sino por todo el resto: cómodas butacas, dirección eléctrica, un motor que responde en toda la franja (no tanto abajo) y frenos que aportan también seguridad.


Desde “abajo”, desde San Agustín, habíamos observado, hacia el oeste (Villa General Belgrano, del “otro lado” de las sierras) lo que parecía el filo divisorio; sin embargo, no es así. El camino sigue constantemente subiendo y bajando, y encontramos un sector, sí, alto, pero no amesetado, y con constantes cambios de altura y dirección, haciendo trabajar más la caja de 9 relaciones, automática, la que dejamos operar con sus criterios, casi no usándola en modo secuencial; puede resultar divertido al principio pero uno termina entregándole el control a ella.


De todos modos, en este tipo de salidas, sí es más aprovechable la opción “manual”, desde el selector o las levas detrás del volante. En todo el tramo no hay –casi- recta alguna; curvas y contracurvas, lentas, con subidas y bajadas y muy pintoresco paisaje. Llegamos finalmente al punto donde se inicia el descenso a la muy cercana Villa General Belgrano, la que vemos a nuestros pies. La diversión fue intensa (más allá de los controles electrónicos) así que decidimos desandar los 14 km hasta el punto de inicio. Resaltamos una vez más el confort de marcha, la potencia del motor y la seguridad a bordo. Algunos ruiditos de torsión, leves pero que se escuchan, aunque podría ser de la unidad que nos tocó para la prueba. Aprobada.

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