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Comentarios (3) Pruebas y Contactos

Test y Vacaciones. Cóctel ideal. Probamos Fiat Freemont Precision


No es la primera vez
que aprovechamos alguna salida familiar para comprobar virtudes y defectos de un modelo. En otra publicación anterior a Automotiva habíamos viajado a Tucumán con un Toyota Corolla SEG, más cerca en el tiempo, fuimos a la costa con un Fiat Grand Siena Dualogic y ahora, redoblamos la apuesta y partimos hacia el vecino Brasil, donde probamos (con base en San Pablo), el Fiat Freemont Precision, una de las dos versiones disponibles en el vecino país, modelo hermano -casi gemelo- del Dodge Journey, que sí se vende en Argentina.


Si Fiat y Dodge están presentes en ambos países, ¿Porqué Fiat no vende en Argentina Freemont? Bueno, cuestiones comerciales y de marketing seguramente.

Podemos decir que en Brasil, durante nuestra estadía (12 días), pudimos ver bastantes más Freemont que Journey, señal inequívoca del acierto comercial de la marca italiana. En Argentina se especuló con su llegada, aunque por ahora (más que nunca) en el freezer y bien al fondo..


Luego de llegar a San Pablo, previa escala en Río de Janeiro, llegamos a las oficinas de Fiat en el elegante edificio de Rua do Paraiso, cercano a la famosa Avenida Paulista. Allí nos esperaba la gente de Fiat, para entregarnos el Freemont en esta versión full, con caja automática y 7 asientos. No tuvimos una clara primera impresión ya que el stress de la caótica San Pablo no nos permitió disfrutar el Freemont aunque, desde el comienzo, mostraba sus muchas virtudes y su casi único defecto: el consumo.


Uno nunca sabe cuando «salió» de San Pablo
, la urbe parece no terminar, aunque el camino sinuoso y selvático, nos estaba adentrando en la parte final hacia Ubatuba, en la primera etapa del viaje. Dos sorpresas iniciales: la policía que no tiene problemas en apuntar a algun sospechoso en el medio de la autopista, deteniendo el tránsito, y el -muy frecuente- cartel «Velocidade controlada eletronicamente», con radares que cuenta con un display que marca la velocidad a la que estamos pasando. Límtes de 40 km/h, 60 km/h, 80 km/h o 110 km/h (los menos) que hacen estar muy atentos a la situación para no terminar con una multa..cosa que, finalmente ocurrió.


Al bajarnos a reaprovisionar nuestras humanidades, más relajados, pude observar con mayor detenimiento a la Freemont que estábamos probando (y su navegador, indispensable para San Pablo).  Frente agresivo con logo Fiat de gran tamaño, parrilla con adorno metálico (una de las diferencias con Journey), ópticas «clásicas», antinieblas y gran toma de aire inferior. Una rareza: la luz de giro está integrada a las ópticas pero en la parte central (no externa, como debiera ser). El perfil de Freemont es más bien cuadrado, armonioso, elegante. Pasarruedas bien «llenos», tapa del tanque a la izquierda, como buen «Made in USA» y parabrisas con buena inclinación pero conformando un ángulo también importante con el capot.


Llantas de aleación que «no pegan demasiado» con el modelo, aunque, agradables
, que dejan los discos delanteros y traseros a la vista, sobre cubiertas Kumho 225/55R19. Atrás, si bien no es un derroche de personalidad, se muestra más original que adelante, con ópticas que al encenderse se muestran «rozando el tunning«. Luneta de generoso tamaño, muy vertical (mayor habitabilidad), gran logo Fiat, enorme espacio para patente y sensores de estacionamiento, solo atrás (otro de los pocos negativos). Dos antinieblas (una rareza en estos días) y leyenda Freemont que busca protagonismo.



Queríamos llegar a Ubatuba, autoproclamada «Capital del Surf» asi que dejamos el interior para el día siguiente. Bajada final hacia Caraguatatuba (desde donde, por ruta costera, seguiríamos a nuestro destino final).

Camino «muy «trabado, con la selva a pleno a ambas márgenes y bastante tránsito (como en todo Brasil). Belleza absoluta. Radares más frecuentes en zona costera, con ¿ridículos? 40 km/h de máxima. Son las 17:30 hs y llegamos a Ubatuba de noche. Mañana será otro día.

Son las 7 hs y a la espera del resto de la «tripulación» entregada a Morpheus, decido que es buen momento para ingresar nuevamente a Freemont; ahora con una mirada más analista, algo no tan simple en esa mezcla de «exuberancia verde, arena y mar». Al menos adelante, el ingreso es muy sencillo, encontrándonos a primera vista con un volante (en cuero y de muy buen grip) que regula en profundidad y altura, en forma manual. Mandos a distancia (compartidos con Grand Cherokee y Wrangler) para Computadora de a bordo, Comando por Voz y telefóno. Por detrás, el control del audio. No tan prácticos, pero bienvenidos (2 «push» , 2 «+» y 2 «-«).


Recordamos que estamos sentados y encontramos unas butacas -también- en cuero cosido, muy cómodas
y de buen tamaño, con «amplísima » regulación en altura (de las más generosas probadas). La longitudinal «no se queda atrás», comodidad absoluta en todo sentido. Cojín y lumbar con regulación eléctrica y respaldo vía manual. Buena visibilidad en general, salvo hacia atrás, por los 3 apoyacabezas traseros (bienvenidos, junto con 3 cinturones inerciales). «Hora de playa» se escucha, sentencia inapelable. Volveremos a Freemont más tarde.

Es cierto, el mar de Brasil (al menos el del litoral paulista, más al norte la cosa mejora) no es la -totalmente- transparente Riviera Maya ni la celestial polinesia francesa; en todo caso, el mix vegetación/arena/agua/gente es difícil de igualar, sin dudas.

En el trayecto de ida y de vuelta, y en los lugares en los que estuvimos (en su mayoría no grandes urbes) encontramos algunas particularidades.

Por ejemplo, la gran presencia de Mitsubishi, con el ASX (Outlander Sport), varias L200, Pajero (Montero) y otros.


También es muy fuerte el grupo Kia/Hyundai, vimos varios Ford Ka de nueva generación, no pocos Ford Fusión (el actual, gemelo del Mondeo, el anterior, muy «USA»), casi ausencia de pick ups «mid-size», solo algunas Amarok y Hilux, muchos, muchísimos Hyundai HB20 (competidor del Toyota Etios), muy interesante modelo que espera su inminente -leve- restyling y que debería arribar a nuestro país. Varios Renault Sandero y Logan nuevos, VW up!, Polo y Golf, varios Fiat Bravo y Siena, pocos 500 y bueno, el resto, un poco de todo.


Volvemos a «meternos» a Freemont, nuevamente con ánimo de estudio. Cae una tenue llovizna, atinamos a buscar el limpiaparabrisas y, ¡sorpresa!, no está. Claro, se ubica a la izquierda, como buen «Made in US (incómodo, para nosotros). Otra característica del «norte» es la iluminación interior que se enciende al llevar el reóstato de luz del tablero a su punto más alto. También pudimos regular las exteriores desde perilla circular interna. Es hora de prestar atención a lo que solemos definir como «tablero», los cuadrantes principales. Clásicos, quizás aburridos pero muy legibles y claros. Tacómetro a la izquierda, velocímetro a la derecha y debajo de cada uno de ellos, temperatura de agua y nivel de combustible. Lo clásico, bien.


Entre ambos indicadores principales, display de la computadora de a bordo, indicando Consumos promedio e instantáneo (este último complicado para leer), autonomía, velocidad (digital), distancias promedios A y B, presión de cubiertas, horas del motor (¿?), temperatura de agua, aceite y transmisión (una rareza, aun entre los premium, bienvenidos) y mensajes de alerta. Excelente iluminación de tablero, que podría extenderse a contrapuertas y bajos (el Punto lo tiene).


En el centro, pantalla táctil de gran tamaño y luminosidad, desde donde podemos comandar GPS/Navegador, radio, reproductor multiformato (CD/USB/Bluetooth, SD), asientos calefaccionables,  navegador (muy completo y actualizado, raras y pequeñas calles de la verde Ubatuba tenían su correlato digital y además info de puntos de interés) y ajustes (pantalla, reloj, luces, puertas, confort, audio, etc.).  Audio Alpine de exquisito sonido.

El sol de ubatuba empieza a castigarme y a recordarme que es hora de avanzar hacia sus aguas. Mientras tanto, terminamos de analizar el interior de Freemont. Debajo de la pantalla táctil, varias teclas. Aire Acondicionado, Recirculación, (¿porqué fuera del climatizador?), calefacción de asientos, desempañador delantero y de luneta y balizas, que pasa desapercibida (debería estar al centro y de mayor tamaño, mal común a muchos modelos) y desconexión del Control de Estabilidad. Abajo, sector del climatizador, de dos vías (tres, contando la de atrás), práctico e incluye perillas de volumen y frecuencia de la radio (¿?).


Ergonomía y practicidad en el interior
. ¡10! por la cantidad de portaobjetos (abajo de las alfombras, abajo del cojín, en el centro, guantera, etc.) y su capacidad. Comando de caja muy ergonómico y práctico, muy a mano, intuitivo. Otra curiosidad: 2 encendedores, en la guantera y en el centro. Si bien los materiales utilizados no desentonan, la calidad se aprecia más en las terminaciones, cercanas al mundo premium.


Bocina con excesivo «delay», incómoda, algo visto en muchos modelos actuales. Con el cuello adormecido, cambiamos la vista hacia arriba y nos encontramos con el techo solar y eléctrico, portalentes y espejo parabólico (sin posiciones intermedias, poco práctico). Otro aplauso para la iluminación interior (LED en esta versión). En contrapuertas, mandos de levantavidrios, espejos y seguros de puertas, muy práctico. Dejamos el mundo del automóvil y vamos a la playa. Hay tiempo para seguir el análisis mañana.


Volvemos y retomamos por la parte trasera
. Cómodo acceso como en las delanteras, por tamaño de puertas y ángulo de apertura. Cojín alto (piernas no tan flexionadas) y respaldo con regulación de inclinación, muy cómodo. Muy buen espacio a lo largo, no tanto a lo ancho. Sobre el techo, salidas de aire y comandos del climatizador, con 3 posiciones de salida aunque no notamos diferencias importantes entre ellas. Salidas de aire que se repiten al fondo, para la 3ª fila de asientos. Prácticos buches en respaldos de butacas delanteras. Cojín deslizable, para achicar o aumentar ambos espacios. Excelente aislación interna de agua y polvo. Muy buen trabajo de los burletes (dobles).


Vamos a las 2 plazas del fondo. Como -casi- todas las existentes en el mercado, casi «simbólicas». La magia no existe y en la longitud de Freemont no se pueden hacer maravillas. Muy cómodas para niños y parcialmente utilizables para adultos, en trayectos muy cortos. Claro, para entrar y salir del sector, la contorsión es inevitable. Seguimos en el sector pero accedemos desde el portón trasero; muy buena boca de carga y cómodo acceso. Piso de carga algo alto. Práctica luz interior que puede usarse como linterna. Triángulo reflector completa el baul (y subwoofer). Muy buena iluminación como en todo el interior. Rueda de auxilio externa.


El equipamiento es generoso. Radio/CD/Bluetooth/USB/SB de muy sonido (Alpine) y 6 parlantes, ABS, Controles de Estabilidad y Tracción, 7 plazas, Butacas en cuero, la del conductor con reglajes eléctrico (cojín y lumbar) y manual (respaldo), Navegador satelital, Climatizador tri-zona, barras en techo, keyless system, muy práctico, Computadora de a bordo (muy completa), antinieblas (4), ópticas regulables en altura, Sensor de estacionamiento (solo trasero, mal), 6 airbags, volante en cuero con mandos remoto, y sigue.

Abrimos el capot, y encontramos una muy buena presentación de motor. Llama la atención la «ubicación baja» del motor, curioso. Dos negativas: comando para destrabar capot escondido y varilla de capot que toma bastante temperatura. Fluidos (todos) muy a mano para un sencillo mantenimiento y control. Espacio de sobra para trabajar (no ocurre lo mismo con el Pentastar V6, que equipa a una versión de Dodge Journey, no disponible en esta variante Fiat). Nos queda la parte dinámica/mecánica de Freemont, pero para eso esperaremos una tregua del mix sol/agua de Ubatuba, o tal vez, ya en Guarujá.


Antes de dejar Utatuba, decidimos llegar a Paraty
, capital colonial, con sus calles de piedra (en la parte histórica) y no de «adoquines», sino de piedra bola. Atractiva arquitectura y playas muy interesantes (aunque no las céntricas). En el camino (70 km entre ambas), y aprovechando que el litoral brasileño es «una sola playa», casi sin solución de continuidad, conocimos algunas interesantes; sin embargo «Praia do Felix» nos maravilló. De película, como también las casas aledañas, de difícil acceso, metidas en el morro.


Dejamos Ubatuba, Capital do Surf y tomamos la famosa BR101
para desandar los poco más de 300 km que nos separan de Guarujá, destino final.

Claro, dejamos un pequeña población, muy pintoresca y tranquila para arribar a una ciudad importante, más peligrosa y con los pros y los contras de toda urbe de cierto tamaño (y ni hablar de Santos, del otro lado de la ría). Arenas blancas (casi «talco») dejan su recuerdo en las alfombras de Freemont.


Tras haber conducido Freemont por casi 1300 km, estando en Guarujá, es hora de analizar su dinámica (comparte mecánica con Dodge Journey). Comenzamos por el motor, un 2.4L, Dual VVTI, de 172 CV (que parecen menos, en parte por sus 1800 kg de peso), y caja automática de 6 relaciones. Muy sereno y silencioso en cualquier condición. Podríamos expresar que «la ruta es su ámbito ideal», sin caer en demagogias, aunque, en trayectos citadinos encuentra uno de sus puntos más altos. Confort absoluto a bordo, silencio total. Suspensión que ayuda (algo dura la trasera) al relax puertas adentros, acompañado por el gran confort interior.

En ruta (dejemos por un momento las prestaciones de lado), mantiene esa serenidad mencionada y si pisamos con determinación el acelerador aparece, sí, el sonido del motor «made in USA». Buena tenida direccional, aun en curvas comprometidas, apoyado por los controles electrónicos de tracción y estabilidad. Dirección hidráulica con asistencia justa. En resumen, todo el combo mecánico está seteado para el placer de conducción, con 4 discos de freno (ventilados los delanteros) que detienen a Freemont con firmeza.


Capítulo aparte para las prestaciones
(¡rápido!, antes que las «arenas blancas» de Guarujá nos inviten nuevamente a posarnos sobre ellas..). Fiat anuncia 190 km/h, que obviamente no intentamos alcanzar y 12.9 segundos para el «0 a 100», que no deja de ser  interesante, dado el peso que acusa en la balanza. Y así como el andar en general nos encantó, el consumo le juega una mala pasada a Freemont (y a Journey, obviamente). En ciudad, es complicado conseguir más de 5/6 km/l, salvo en una avenida sin semáforos y de madrugada.


A pesar que la caja automática de 6 relaciones es muy cómoda y brinda confort, creemos que no ayuda demasiado en la obtención de bajos consumos. En ruta, la cosa no es mucho mejor (algo más llamativo ya que en esas condiciones, la caja y el peso tiene poca incidencia), llegando a 10 km/l como un muy buen registro y a velocidades legales. Uno de los pocos puntos negativos de Freemont; su consumo (algo compensa el tanque de combustible, de 77 litros).


Dejamos Guarujá y volvemos a San Pablo, a entregar Freemont
. Erróneo cálculo de «en 1 hora, hora y media estamos en Fiat», ya que el tránsito en la enorme ciudad paulista es -muy- complicado. El navegador (muy práctico) fue de gran ayuda, pero no pudo evitar los congestionamientoas de esta «gran cidade». Gran agradecimiento a Fiat (Argentina y Brasil) por sus predisposición. Devolvimos Freemont y nos encaminamos al tramo final que nos devolverá en Argentina.


En Brasil
, la versión Emotion (detalles de equipamiento menor y capacidad para 5 personas) cuesta equivalentes USD 35.500, mientras que la probada Precision llega a los USD 38.700. En Argentina, Dodge vende Journey en variantes SXT (con el motor y cajas probadas en Freemont), a USD 77.000 y RT, con el Pentastar 3.6L y 280 CV, que también equipa al Jeep Wrangler Limited Rubicon que acabamos de probar, por USD 108.000, distorsivos impuestos mediante.


Como conclusión final, y a pesar que -podría pensarse- las vacaciones en familia no son el ámbito ideal para una prueba (y tal vez en términos formales lo sea), sí brindan una experiencia «long term» que ayuda a descubrir cuestiones que por ahí en una prueba fría no salen tan claramente. Tras 12 días y 1600 km a bordo de Fiat Freemont por las «selváticas» geografías del litoral paulista, con distintos caminos y condiciones, resaltamos el diseño, la calidad interior, el confort a bordo, el equipamiento y el excelente andar de Freemont, alta nota en estos rubros. Para criticar, la caja, que sin ser poco eficiente, no terminó de convencernos, el alto consumo en cualquier condición y algunos detalles menores.

En el balance, mensurando los pros y los contras, una muy buen opción familiar. Lamentablemente está descartada para Argentina, aunque claro, quienes quieran disfrutar Freemont pueden elegir la versión equivalente de Dodge Journey, ambas dentro del paraguas de FCA, Fiat Chrysler Automobiles.

 

 

 

 

3 Respuestas a Test y Vacaciones. Cóctel ideal. Probamos Fiat Freemont Precision

  1. Maria dice:

    Que posibilidades hay de que la fiat freemont ingrese al mercado argentino en 1016-2017?

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