Una vez más, como tantas anteriores, aprovechando un modelo, además del «frío» y necesario test, salimos a recorrer algunos paisajes, quizás no tan visitados, como en este caso una larga vuelta que comenzó en Tanti, accediendo a los siempre atractivos Los Gigantes, pero estirando la vuelta a la Iglesia de la Candelaria (Jesuítica), volviendo por Characato, pintoresco lugar, y saliendo a Molinari, cerca de Cosquín. 250 km en total, prácticamente la mitad en tierra, con diversos estados del suelo y muy diferentes paisajes, pero todos, todos, bendecidos por la naturaleza. Sí, nuestra Córdoba tiene muchos paisajes atrapantes; casi diría que hacia donde uno vaya, encontrará algo digno de plasmar en una foto. Sí, Argentina en general tiene maravillas naturales, no hay dudas.
En la nota de la prueba de este Jeep Renegade Trailhawk, nos explayamos acerca del modelo, como corresponde, así que no repetiré conceptos allí expresados; sí repasar algunas cuestiones puntuales. La dirección es un poco dura, algo llamativo, siendo que la mayoría de sus compradores (conductores) son mujeres, y aunque no son «el sexo débil» ni mucho menos, en general prefieren mayor docilidad en la dirección. La caja de 9 relaciones, en la mayoría de las situaciones trabaja solo con 7, ya que arranca en 2a y la 9a solo conecta +110 km/h. Es cierto, se pueden colocar «manualmente» desde el pomo de la caja, en posición secuencial, o desde las levas ubicadas tras el volante. Sigamos con el recorrido.
El primer tramo, asfaltado, hasta Tanti, transcurrió con bastante tranquilidad, tratándose de un día sábado y saliendo temprano de Córdoba. Cruce casi tangencial por Carlos Paz, llegando a este pintoresco lugar, alguna vez sede de un prime del rally mundial (Tanti-Cosquín). Pasada aun más tangencial para comenzar la parte de tierra, bastante «urbana» para decirlo de algún modo, en el comienzo, al menos hasta El Durazno, siempre trepando, y luego ya entrando en el camino a Los Gigantes, siempre mágico, siempre atrapante y siempre tentador para un manejo deportivo. Pero claro, no estamos en un auto de rally, no es una pista controlada y hay gente paseando, disfrutando el aire puro de estas montañas. Así que, manejo tranquilo, algo que resulta muy placentero en este Renegade.
El Camino de Los Gigantes, al menos hasta el parador del Rio Yuspe, es un viejo conocido; lo he hecho en varias oportunidades. No me animaria a decir que «lo conozco de memoria», que «puedo hacerlo con los ojos cerrados» como Recalde al Giulio Cesare-Mina Clavero, ni mucho menos, pero me resulta familiar. Y va cambiando de escenarios. Por momentos muchas piedras, grandes y todavía vegetación, allá arriba solo pastizales y llanura y luego, vuelve el verde ya cerca de la Iglesia de la Candelaria, estancia jesuítica. Unos 2.5 km después del paraje Cuchilla Nevada (también recordado por el rally mundial), se llega a la derivación hacia la derecha, para transitar unos 26 km por la RP28, bastante rectos, sobre todo en su primera mitad, llegando a la famosa Iglesia de la Candelaria, muy pintoresca, aunque no tan a mano como otras jesuíticas de la provincia.
A pesar de haber pasado por ella unas 4 o 5 veces, nunca se me dio por entrar a conocerla. No se porqué. Desde el portal de acceso se la ve, majestuosa, pero algo lejos. El camino sigue, otros 17 km hasta la Capilla de Characato (y su cementerio), tan pequeña y humilde como atractiva. Un poco más adelante el pueblo homónimo y la Cascada Las Bandurrias, a la que no llegué. Sí al pueblo, y me gustó, absoluta tranquilidad. Aunque no fue una travesía ni una odisea, la verdad es que por el estado de los caminos, resulta cierta aventura, y cierto es que Renegade lo hizo con una sensación de irrompible y con gran confort de marcha, sumado a un tamaño contenido, ideal para estos trabados (por partes) caminos.
Seguimos otros 10 km, ya con un paisaje bastante diferente, el habitual de las montañas cordobesas, al que no definiría como «bosque», obviamente, pero sí mucho más verde que Los Gigantes, para llegar al cruce del Río Pintos, otro espectacular curso de agua, fría y transparente. Finalmente, los últimos 25 km de tierra, para llegar a Molinari (también se puede salir a la Falda tomando el otro camino en la bifurcación), cerquita de Cosquín. A pesar de haber disfrutado todo ese largo tramo de tierra desde Tanti hasta Molinari, por los paisajes y por el confort de Renegade Trailhawk, no deja de ser un alivio llegar al asfalto nuevamente. Podríamos haber vuelto por La Falda y el Camino del Cuadrado, pero lo hicimos por Cosquín y la nueva Autovía de Punilla, para cruzar el «no tan nuevo» puente sobre el Dique San Roque y llegar a la Autopista Córdoba – Carlos Paz, para transitar los últimos kilómetros hasta nuestra ciudad.
Son salidas interesantes, lúdicas, relajadas, disfrutables, que hacemos cuando podemos, y que permiten conocer o volver a visitar lindos paisajes, al mismo tiempo que terminar de descubrir lo bueno y lo malo de un modelo. Y Renegade Trailhawk tiene casi todo positivo, salvo el precio (distorsión impositiva mediante) y algunos puntos subjetivos como una dirección algo dura y un espacio interior que no sobra. Con el nuevo motor 1.3 turbo, y la caja AT9, más la seguridad de su tracción integral, el combo es casi perfecto y vaya si lo hemos disfrutado, una vez más, como tantas veces en el pasado, en mayor o menor medida, con otros modelos y en otras geografías. Aunque claro, la mayoría transcurre en nuestra querida Córdoba.