El XM fue el primer Citroën equipado con suspensiones hidroactivas en las que el sistema hidroneumático se gestionaba electrónicamente. Ofreció niveles de eficiencia y de confort de conducción inigualados. Elegido “Auto del Año 1990”, se fabricó hasta el año 2000 en diferentes versiones, entre ellas con carrocería break. Después de los 20 años de producción del DS (de 1955 a 1975), Citroën decidió desarrollar un nuevo modelo, el CX, estético, tecnológico y estructuralmente más moderno. El objetivo era aplicar toda la experiencia adquirida con el SM y, sobre todo, con el GS.
En la década de 1980, Citroën inició un nuevo proyecto de desarrollo que debía concretarse a finales de la década con el lanzamiento del sustituto del CX como tope de gama, situándose, en la medida de lo posible, en una posición todavía más alta. El nuevo buque insignia debía mantener un diseño original y conservar las características tecnológicas del CX, pero debía presentar, asimismo, una nueva y extraordinaria tecnología en la que la marca llevaba años trabajando: la suspensión hidroactiva.
El heredero del CX se llamó Citroën XM. El nombre era la combinación de la ‘X’ propia de los Citroën de la época con la ‘M’ de Maserati, al estar el diseño del nuevo modelo inspirado en el del icónico SM, el coupé fabricado junto con Maserati entre 1970 y 1975. Cuando en 1989 se presentó el XM dejó a todos con la boca abierta y captó de inmediato el interés de los puristas de la tecnología Citroën al ofrecer, por primera vez después de los tiempos del SM, un motor de 6 cilindros (esta vez en V) potente y silencioso además de la dirección DIRAVI, ambos muy apreciados por los seguidores de la marca.