Para muchos, entre los que me incluyo, Ferrari es algo especial, más que muchas otras -también especiales- como Porsche o Lamborghini. Claro, en esto hay subjetividad pura: también están los fanáticos de ellas y de otras. De todos modos, creo, Ferrari sigue siendo algo distinto, un «halo» que cubre su historia y su presente.

¿Y que mejor manera de comenzar este 2017 (el 6° de Automotiva) con un ícono inolvidable como Ferrari F40? Por supuesto, esto no intenta convertirse en un homenaje serio; deberían escribirse no pocas páginas respecto a F40, uno de los primeros superdeportivos extremos y radicales. Y su nombre se debe a ese aniversario del nacimiento de la exquisita automotriz italiana.

Recuerdo perfectamente su irrupción en el mundo del automóvil, en los inicios de mi juventud, y realmente era para quedarse «congelado» admirando semejante obra de arte. F40 tenía un motor V8, de 2.9 litros, con el que obtenía impresionantes (y más para la época), 478 CV. Con ellos, llegaba -casi- a los 330 km/h y podía acelerar de 0 a 100 km/h en solo 3.7 segundos, valor sorprendente, aun para nuestros días. A pesar que se cree fue de producción muy limitada, entre 1987 y 1992 se produjeron poco más de 1300 unidades, bastante más que las 450/500 previstas inicialmente. Casi todas «rojo Ferrari», salvo algunas negras (como la «del Diego») y otras amarillas.

Ferrari F40 pesaba -solo- 1100 kg (valor más cercano a un Fiat 500 que a una «bestia» V8), y esto se consiguió empleando materiales especiales (kevlar, aluminio, fibra de carbono) y eliminando equipamiento considerado «superfluo», como ABS, Servofreno, Sincronizador de marchas, Dirección Asistida, y por supuesto, cualquier elemento de confort. Su manejo era muy técnico; se estaba frente a un «potro casi indomable». Enzo Ferrari (el de tantas frases que quedaron grabadas) expresó: «Me da lo mismo que algunos paneles de carrocería estén mal ajustados o se vean huecos entre ellos; lo que realmente me importa es que quien lo maneje, acelere a fondo y se haga encima».

Y es que F40 tenía problemas de ajuste de piezas y -caros- mantenimientos tempranos. Pero claro, ¿a quién le importaba?  F40 tenía «algo de grupo B» en sus entrañas, y es que aprovechó el desarrollo de Ferrari para la 288, con la idea de entrar al mítico grupo del WRC, pero la italiana llegó tarde y el desarrollo se aprovechó para el F40. Apuntaba sus cañones al Porsche 959, si bien bastante distinto en lo conceptual, un auto -también- inolvidable y ambos se ubican en los lugares más altos de preferencia de los fanáticos, y no solo de aquella época; también de la actualidad.

Para festejar, posteriormente, los 50 y 60 años de la marca, Ferrari creó F50 y Enzo (F60), sin dudas más eficientes que F40 pero, a la vez, sin su magia, ese fuego sagrado que mantiene intacto F40. Cada vez que se subasta alguna unidad, los precios alcanzados están fuera del alcance de la mayoría de los mortales: al fin y al cabo, «F40 no es para cualquiera», en todos los sentidos posibles.

Iniciando nuestro 6° año de vida, en Automotiva nos dimos un gusto enorme. Recordar uno de los autos más espectaculares, prestacionales, extremos y soberbios de todos los tiempos. Ferrari F40.