La noticia, real, no debería sorprender tanto. De los poco más de 3,000 concesionarios oficiales Ford en Estados Unidos, la mitad ha expresado que no tiene interés en ofrecer modelos eléctricos en 2024. La razón es económica, claro. Las ventas de los eléctricos no ha despegado como se esperaba, en todo el mundo pero sobre todo en Norteamérica, y los concesionarios deben realizar inversiones en capacitación, equipamiento, etc., para vender modelos eléctricos; inversión que no tendría retorno en el corto plazo. En Europa también hay cierto retraso (aunque la decisión de pasar todo a EV es ineludible), como contamos con el caso del Volkswagen ID.2, retrasado un año. A mediados del año pasado comentábamos que Ford perdía, en su país natal, USD 32,000 por cada eléctrico que vendía, un déficit difícil de sostener.
Sin embargo, en última instancia, por su tamaño, la automotriz podría apostar a una reducción gradual de esa pérdida (algo que ocurrirá indefectiblemente, más tarde o más temprano), pero la «espalda» de los concesionarios es bastante menor, lógicamente, y no quieren apostar y hacer inversiones que no se justificarán en las ventas, algo entendible. Desde Ford, de todos modos, aseguran que «el cliente siempre tendrá un concesionario cerca donde comprar y realizar la postventa de un modelo eléctrico», algo que parece no tan sencillo dada las extensiones de Estados Unidos. Finalmente, no solo los concesionarios están preocupados: la automotriz ha reducido el tamaño previsto de su nueva fábrica de baterías, ha disminuido las inversiones en eléctricos y ha revisado (a la baja) sus previsiones de ventas EV.