Rolls-Royce. Sí, los tiempos cambian, las marcas se aggiornan, se globalizan, se asocian, y varias acciones más, tendientes a adaptarse a los cambiantes tiempos que nos gobiernan. Y Rolls-Royce ha cambiado. Por un lado, siendo propiedad del grupo BMW (utilizando algunos elementos y tecnologías comunes a modelos del portfolio alemán, aunque no es el caso del Cullinan que nos ocupa), pero también con diseños clásicos, sí, británicos, refinados, exquisitos, pero modernos.
Y Rolls-Royce constituía una de las «últimas resistencias» a la moda SUV (queda Ferrari aun, y a pesar de los dichos de Sergio Marchionne, vaya a saber hasta cuando resistirá; al fin y al cabo es un tema de beneficios económicos, que muchas veces pesa más que el filosófico/conceptual), aunque, ya había anunciado que estaba desarrollando un modelo de esta categoría. Nadie puede resistirse a la tentación: en este caso, Rolls-Royce estima que el nuevo Cullinan venda entre el 30 y el 40% de todo su portfolio.
Y el resultado es, sencillamente, espectacular. Comencemos por algunos datos técnicos. El nuevo Rolls-Royce Cullinan tiene una longitud de 5.43 m, 2.16 m de ancho, un motor de 12 cilindros, 6.75 litros y 571 CV, caja ZF de 8 relaciones y pesa 2,600 kg. Como referencia, Bentley Bentayga mide 5.14 m y entrega 608 CV, Lamborghini Urus 5.11 m y 650 CV, y Porsche Cayenne Turbo, 4.93 m y 550 CV. Cullinan cuenta con 30 cm que el más grande de sus rivales. Bestial. Sus suspensiones son independientes en las 4 ruedas, con asistencia neumática, regulables. De hecho, de manera automática, al abrir la puerta del Cullinan, su carrocería baja 4 cm para un acceso más sencillo, y vuelve a subir al arrancar.
Cuenta con un «botón Off Road» que setea de manera automática los parámetros del motor, la transmisión, la suspensión, y los controles electrónicos, para una mejor performance en situaciones complicadas. Dudo que quien compre un Cullinan transite por esas topografías, pero, con los 571 CV, tracción integral (primer «Rolls» en adoptarla), buen despeje al suelo, al igual que ángulos de ataque y salida, «no se meterá en aprietos», sin dudas.
En cuanto al diseño, es «todo un Rolls», con el frontal visto en varios de sus hermanos, enorme parrilla, la dama alada, sutiles ópticas delanteras y traseras y las clásicas puertas «suicidas». Casi que podríamos decir que hasta los 3/4 traseros podría confundirse con cualquier sedán de la marca. Puertas adentro, hereda el diseño de tablero del Phantom, con leves modificaciones. Hablar de lujo extremo y refinamiento por doquier, en un Rolls-Royce, es una redundancia absoluta, e innecesaria. Materiales exquisitos, costuras a mano, terminaciones milimétricas, todo lo esperable en un representante de lo mejor del mundo británico.
Además, como se puede esperar en cualquier modelo en la actualidad, y más de este nivel, adoptará los sistemas de seguridad de BMW, sobre todo en cuanto a Seguridad Activa. Night Vision, Pedestrian Alert, Collision Warning, Active Cruise Control, «Helicopter» View, Lane Warning y bastante más. ¿Seguro? Como detalle de su refinamiento, incorpora dos sillas y una mesa para aprovechar un «pic-nic at five o´clock«. Su precio no ha trascendido, pero seguramente será más que «exclusivo». Rolls-Royce Cullinan. Exquisito.