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Probamos Jeep Grand Cherokee Overland. Bestia americana


Hablar, comentar, evaluar o probar modelos norteamericanos implica un cambio de pen drive («cassette»). Si bien todos los mercados regionales han ido cambiando y globalizándose, tal cual lo ocurrido con Japón, Corea y otros, el norteamericano, más europeizado que antes -sobre todo en lo que hace a pick ups y SUV´s- sigue siendo singular, distinto, particular.

En lo que hace a automóviles, Estados Unidos está cambiando, con un fuerte crecimiento del diesel, con variedad de híbridos en oferta y con downsizing, sobre todo provenientes de marcas europeas. Aunque, Ford allí ofrecerá el Fusion (Mondeo) con un motor de 3 cilindros y 1.5L. ¿Increible? Sí, y afortunadamente algo viene cambiando en el país del norte de nuestro continente.


Sin embargo, mantienen la exageración en cuanto a dimensiones, peso y cilindrada. Allí, aun hoy, una pick up o SUV debe ser «grande» en todo sentido, sino estará destinada al fracaso. No imagino allí la VW Amarok con el eficiente 2.0 TD de 140 CV. A modo de simple ejemplo, la F150 (sucesora de la F100) arranca con un motor V6 3.5L y 365 HP, llegando a los 434 HP.

Vamos a la Grand Cherokee Overland que hemos probado, y comenzamos por su diseño. Sin dudas muy logrado, musculoso, macizo, con mucha chapa y poco vidrio (sin llegar al extremo de Range Rover Evoque) y un «aire» a Mercedes-Benz ML.

Llantas deportivas en cubiertas 265/50R20, perfil más bien bajo, más acorde a la deportividad, y aunque no sea -exactamente- un modelo deportivo, se permite algunas licencias estéticas al respecto, como el alerón trasero (con luz de stop incorporada). Guardabarros rectos que aumentan su musculatura.

Desde el frente recuerda a otros modelos de Jeep (sobre todo a Patriot, eficiente modelo que probamos), con la típica parrilla de la marca y ópticas de dimensiones contenidas (más aun en la nueva familia que estará en el Salón de Buenos Aires).

La cola también se muestra «gorda», con ópticas de agradable diseño y generoso tamaño, aunque manteniendo correctas proporciones y el escudo «Overland», todo un símbolo. Para finalizar el diseño exterior, cuenta con varias ornamentaciones plásticas aunque en su justa medida, no se abusa del liviano material y otro detalle interesante es el parabrisas, con una inclinación pronunciada, al menos para el «canon habitual» Jeep.A través de 4 puertas -muy- amplias y de gran ángulo de apertura, el ingreso al interior, a pesar de la altura, es muy sencillo.

Y más aún con la función que permite alejar volante y asiento (uno para cada lado) de manera automática, para entrar y salir con mayor comodidad. Y al sentarnos, nos encontramos con unas butacas de gran tamaño, en cuero, calefaccionadas y ventiladas, con una regulación en altura muy amplia (casi siempre elegimos la menor altura, aun en SUV´s) y cojín muy generoso, que permite descansar las extremidades inferiores, con un apoya pie izquierdo que completa el estado de relax. Espacio interior y comodidad, de lo mejor. Regulaciones eléctricas y con 2 memorias para el conductor.


El volante es forrado en cuero, con una parte en -pareciera- madera, oscura, pero de grip sobredimensionado, muy ancho, no resulta de lo más cómodo. Y respecto al volante, una buena y otra mala: cuenta con doble regulación eléctrica pero los mandos remotos (Teléfono, mandos por voz, Cruise Control, Computadora de a bordo y Audio) son poco intuitivos, lo que sumado, al display central no tan legible, no facilita su utilización rápida, casi «sin mirar» de todas estas funciones. Mal de muchos modelos norteamericanos. Mucho mejor la ubicación justa de levantavidrios y espejos eléctricos (rebatibles).

Incorrecta ubicación de balizas (como la mayoría de los modelos, en donde se privilegia el diseño a la ergonomía) y de accionamiento poco preciso. El tablero es muy atractivo, moderno, con una consola central que alberga a la pantalla táctil con una resolución mejorable, aunque práctica. Se extraña el navegador satelital. Debajo de la misma, los mandos de la climatización dual (aplausos para su presentación, claridad y eficiencia) y teclas de Calefacción de volante, ESP, baliza y señal acústica del Parking System.

El espacio interior, como se espera, sobra. Gran capacidad para alojar -cómodas- 5 personas. Techo solar eléctrico y pantalla DVD para los asientos traseros, plegable. Lo probamos y nos encontramos con un sonido excelente, casi de cine. La computadora de a bordo es completísima, pudiendo configurar una serie de parámetros (Asistencia al estacionamiento, seguro de puertas, luces con mando a distancia, asistencia para entrada y salida con retracción volante y butaca, etc.), pero queda en el debe lo poco intuitivo de su comando. Varios portaobjetos y de buena capacidad. También buena resulta la capacidad del baúl, aunque con piso alto por la ubicación de la rueda de auxilio, del mismo tamaño que las otras 4 y con portón de apertura y cierre (no solo el destrabe) eléctrico, que puede accionarse desde el plip, desde comando en el techo y desde el interior del baúl. Subwoofer alojado en el compartimiento y «lona» cubreequipaje de calidad mejorable.


A pesar de la cintura alta y la -poco importante- superficie vidriada, la visibilidad es buena en general. Butacas traseras también calefaccionadas y de respaldo regulable. Solo resulta criticable el cojín trasero, algo bajo, obligando a una posición de piernas más flexionada. La altura al techo es más que generosa.


Vamos al aspecto mecánico. Grand Cherokee cuenta con un motor Pentastar V6 de 3.6 litros y 286 CV que empujan en serio y demandan combustible en similares proporciones. Con caja automática (y mando secuencial) bien relacionada, la aceleración es interesante, aunque, para mover los 2300 kg de Grand Cherokee se necesita alimento (léase nafta) y en cantidad. Si bien hemos conseguido 9 km/l en ciudad, con un manejo muy cuidadoso, los números más reales se acercan a los 6-7 km/l, siendo suave con el pie derecho. No hay magia. Gran peso y potencia no se llevan bien con el consumo.

El andar es muy confortable, con un motor silencioso y un muy buen aislamiento interno. Si bien sus grandes dimensiones obligan a un cuidado permanente en calles angostas, el confort a bordo es absoluto. Solo notamos alguna aspereza en el tren trasero. Superando las 4.000 rpm el sonido del motor es adictivo, suena casi como un auto de carrera. A velocidades legales, el comportamiento en ruta es totalmente franco, a pesar de su peso y dimensiones. Y a velocidades superiores -ilegales- mantiene la seguridad, más que aprobada para una SUV de gran tamaño. Cuenta con 5 modos de tracción (Sport, Snow, Auto, Sand/Mud y Rock), regulando la altura del vehículo en cada caso (16 a 27 cm), la que también se puede configurar manualmente, subiendo o bajando.

Prácticos Asistente para descenso en pendientes y freno automático para arranque en subida. La tracción de Grand Cherokee, en cualquier condición de piso, es muy eficiente, algo que probamos este verano en el Off Road Park, trepando por dunas playeras como si fuera piso firme.

Si bien su fuerte es el manejo en pisos complicados, el andar en ciudad y ruta es muy confortable.

Sin embargo, lógicamente, la transferencia de los grandes pesos involucrados hace que el manejo deportivo no sea su ámbito más relajado. Aun así, debimos realizar una maniobra arriesgada en un tramo sinuoso por un auto de frente casi en contramano, y Grand Cherokee respondió con absoluta franqueza, elogiable. La dirección es muy cómoda en ciudad aunque de respuesta algo lenta en manejo en tramos de dirección cambiante.

Volviendo al consumo, algunos números: a 110 km/h por Circunvalación, 12 km/l, a 130 km/h en ruta, 8.8 km/l, a 140 km/h 7.8 km/l. En ruta, el consumo no es tan relativo, tan dependiente del manejo, porque, en general, se viaja a una cierta velocidad sin grandes cambios, por lo tanto, si se especifican X km/l a cierta velocidad, se conseguirán -casi- con independencia del conductor. En ciudad, la cosa cambia, el consumo es totalmente relativo al tránsito y al tipo de manejo, y de hecho, como comentamos, conseguimos hasta 9 km/l, pero tambien 5.5 km/l con un manejo con pie derecho pesado. Grandes variaciones. Como sea, Grand Cherokee no es precisamente económica, a pesar de su motor Pentastar, bastante más eficiente que los de generaciones anteriores.


El precio de esta versión Overland se acerca a los USD 89.000, algo así como $ 464.000 al cambio oficial. ¿Es caro? A priori suenan excesivos, aunque si analizamos su mecánica, equipamiento, tecnología y también el posicionamiento de sus competidores (Toyota Land Cruiser Prado el más directo), entendemos que puede catalogarse como competitivo y bien ubicado. Correcta garantía de 3 años o 100.000 km.

Conclusiones:
Grand Cherokee Overland representa lo más puro de la industria norteamericana, y si bien ha sufrido algun «endulcoramiento» con el tiempo, sigue recibiendo el adjetivo «grande» en muchos aspectos (tamaño, motor, espacio, etc.). Gran comodidad interior y de marcha, andar muy silencioso, motor que responde si se lo llama, y un consumo -lógicamente- alto. Materiales y terminación muy buenos. Poco para criticar, el manejo poco intuitivo de algunos comandos y la computadora de a bordo y poco más. Buena opción para quienes buscan un vehículo familiar, de gran capacidad off road y un confort alto en ciudad y ruta. Aprobado.


 

 

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