Jeep Compass, hermano mayor de Renegade (y «más menor» de Cherokee y Grand Cherokee) fue presentado en Argentina en setiembre de 2017 con el objetivo completar el -gran- espacio entre Renegade y Grand Cherokee (en aquel momento no se vendía aún Cherokee). Un año más tarde probamos la versión Longitude Plus, «tope de gama» en el diccionario automovilístico. Y como parte de la prueba, recorrimos el espectacular prime del Rally Mundial «El Cóndor-Copina», uno de los más famosos del mundo. Hasta hace un tiempo, si se buscaba una opción más accesible, con caja AT de 6 relaciones y tracción delantera, solo estaba Sport AT6; por eso, Jeep decidió lanzar esta Longitude AT6 FWD, pensando en aquellos.
¿Como queda la gama de Compass hoy?
Bueno, arranca con el Sport MT6 ($ 1,350,000) y llega al Limited Plus AT9 AWD ($ 1,740,000) pasando por este Longitude AT6 FWD ($ 1,520,000), Longitude Plus y Limited. Y con distintas combinaciones de tracción (FWD/AWD) y caja (MT6, AT6 y AT9) y con el mismo motor 2.4 Tigershark de 174 CV y 229 Nm de torque. Lamentablemente no llega acá el diesel 2.0 (y que sí tienen Renegade y Fiat Toro). Por otro lado, a nivel comercial, Jeep Compass encuentra realidades estadísticas distintas en Brasil y Argentina. Acá, en el acumulado del año (que no es el mejor para los modelos de mayor precio), está en el puesto 33, bastante mejor que el puesto 40 con el que cerró en el acumulado 2018.
En Brasil, por otro lado, su performance comercial resulta bastante más prolífica. A marzo de este 2019 lleva vendidos 12,955 unidades, y en todo el 2018, 60,284, llegando a un espectacular puesto 9 en el ranking general. Solo lo superan modelos «low cost» y su hermano Renegade. Impecable. Obviamente, a nivel regional, y como ocurre con todas las automotrices, la atención se la lleva nuestro vecino. Como dato de color, en marzo de este año, en Brasil se vendieron casi 20 Compass por cada unidad vendida en Argentina. Es cierto que no en todas las marcas y modelos se da esta exagerada relación, pero claramente Brasil «manda» a la hora de elegir modelos y configuraciones. Antes de pasar a nuestras conclusiones con esta variante «económica» de Compass, repasemos el equipamiento de la gama.
Como vemos, no hay tantas diferencias de equipamiento entre las versiones. Analizando qué le falta a esta Longitude AT6 FWD respecto a aquella Limite Plus AT9 AWD probada, además de caja y tracción, encontramos: salida doble de escape, espejos plegables eléctricamente, faros de Xenón, portón trasero de apertura eléctrica, techo solar panorámico, butaca del conductor con reglajes eléctricos, computadora de a bordo en pantalla de 7″, asistente de estacionamiento semi-automático, sensores crepuscular y de lluvia, audio premium Beats, y poco más. ¿Se justifica entonces pagar $ 220,000 más por aquella «full», con esta diferencia de equipamiento, tracción AWD y caja AT9? Bueno, no hay una respuesta universal, cada potencial comprador tendrá su respuesta. A priori parece mucho, tal vez no tanto analizando en detalle, sobre todo las diferencias mecánicas.
Teniendo en cuenta que probamos y recorrimos bastantes kilómetros con aquella Compass Limited Plus, y que las diferencias no son tantas, con lo cual, la mayoría de las conclusiones de aquellas notas se aplican también para esta Longitude AT6, decidimos encarar algún sector más «lúdico» y distendido, tomando rumbo a Los Gigantes (Córdoba), particularmente hacia la Planta Concentradora de Uranio, de la Comisión Nacional de Energía Atómica, lugar que no conocíamos. Doble motivo entonces. Arrancamos un martes, feriado, con el odómetro marcando 11,384 km en su odómetro, minutos antes de las 8:30, rumbo a Carlos Paz, para luego seguir nuestro itinerario. En ruta, Compass mantiene el muy buen andar citadino, y realmente se comporta casi como un sedán de generosas dimensiones. Suavidad absoluta. Como comentamos en aquel test a la versión más cara, en el consumo encontramos una de sus pocas debilidades.
Tras circular 55 km, en su mayor parte por la Autopista Córdoba-Carlos Paz, pero también parcialmente por sectores semiurbanos, llegamos a las 09:20 al verdadero punto de inicio de nuestra aventura: Tanti, donde finaliza el asfalto y comienza el camino de tierra a Los Gigantes. Hasta ahí, 10,5 km/l, que pueden no ser muy representativos ya que pasamos por distintos tipos de recorrido, pero claramente tienen «gusto a poco». Esa primera parte del camino a Los Gigantes, pasando por El Durazno, es bien sinuosa, toda en subida y casi sin rectas. Excelente andar en estos caminos en mal estado aunque, en este tipo de trazados, la caja «actúa» más de lo que debería; tiende a bajar un cambio antes de ser estrictamente necesario, y por eso, insisto, en este tipo de recorridos, quizás conviene utilizar la opción secuencial, estirando un poco el momento de los rebajes, mejorando en algo el alto consumo. Apenas unos minutos pasados de las 10, y tras 23 km de tierra, llegamos al punto en donde debemos entrar, previa apertura de tranquera, hacia el camino que, tras 7 km nos dejará en la puerta de ingreso al predio de la Planta de Uranio. En este tramo hicimos 8.4 km/l, aunque, con partes muy trabadas y en subida, no es un dato relevante. Aunque, luego de dejar El Durazno, el camino se hace más recto, no tan trabado.
Este camino no es tan sinuoso y no presenta, en general, grandes desniveles; «va por encima de la meseta». El paisaje, arriba, en los gigantes, es bastante árido: mucha piedra, pastizales y algunos arroyos de agua tan transparente que invita a comprobar que es real. Lo agreste no quita lo espectacular del paisaje, y al fondo, las montañas de Los Gigantes. Poco antes de las 11 llegamos a una tranquera (no conocíamos el lugar) que nos franqueó el paso, cerrada con candado, con la planta al fondo, divisable desde allí. Antes de llegar, pasamos por un par de arroyos (o tal vez el mismo dos veces) realmente espectaculares, si bien con poca agua, absolutamente transparente, y que invitaba a meterse, más allá de ser un día de mucho calor, y ya fuera del verano. No sabemos si la planta está cerrada/abandonada, o simplemente es de acceso restringido; al fin y al cabo, tratándose de uranio, resultaba razonable no insistir, ¿no?
Volvimos al último arroyo cruzado, dejamos descansar un rato a nuestra Compass, y recorrimos unos 300 m «arroyo arriba», encontrando paisajes inolvidables, esos que brindan, justamente, los ríos de montaña. Tan limpios, tan puros, tan fríos. A esta altura ya nos hemos acostumbrado al confort de Compass. Hay que decir, por un lado, que la caja de 6 relaciones resulta algo áspera, hilando fino, y que si bien la tracción es delantera, solo en un lugar de subida importante y con piedra suelta, patinó un poco para salir, y en estas situaciones no ayudan mucho las Pirelli Scorpion verde, digamos, para uso mixto, en medida 225/55R18. Y esa es la idea de este tipo de vehículos; poder encarar algunas salidas lúdicas, fuera de la ruta, sin llegar a pretender hacer el Rubicon Trail, claro. Por otra parte, el paragolpes delantero tiene un inserto plástico inferior que disminuye la altura útil del Compass y de hecho rozó en un par de lugares, sin dañarse.
En el medio de la nada, muy cerca de este arroyo, un par de casas en lo alto de las piedras. Paz en grandes dosis seguramente, y algo de ¿miedo? quizás también. A pesar de ser -técnicamente- otoño, el sol estaba poderoso, y al subirnos nuevamente a Compass, después de unos 45 minutos aprovechando las frescas aguas de Los Gigantes, las butacas en cómodo cuero estaban muy calientes, como ocurre con estos tapizados en cualquier modelo; atractivos, refinados, lujosos, pero complicados para el verano. Complacidos de haber conocido este espectacular paraje, y reconfortados con su paz, decidimos volver, desandando el camino utilizado. En realidad, al salir, tomamos a la izquierda, hacia el Río Yuspe, pero solo hasta ahí, miramos el puente y las aguas contenidas, y volvimos. Son las 12:50 y estamos arrancando en Los Gigantes, rumbo a Tanti, Carlos Paz, y Córdoba. Tras haber recorrido 67 km de tierra y atractivos paisajes, retomamos el asfalto y la serenidad habitual mayor, a bordo de Compass.
También hicimos una escapada al campo, en el llano, en la zona de Despeñaderos, pueblo rodeado de plantaciones de maíz y soja. Caminos en estado peor a medida que nos alejamos del pueblo, con mucho polvo en suspensión y muy complicados cuando llueve. Muy buena estanqueidad de Compass. Buena estabilidad, y un Control de Estabilidad que no permite «hacerse el piloto», y está bien que así sea. En este tipo de vehículos debe entrar en acción rápidamente y con firmeza. Algunas conclusiones finales referidas puntualmente al modelo.
Poco para agregar de su estética, muy atractiva, tanto afuera como adentro. Gran espacio interior, motor gastador pero muy sereno y confortable, una caja de 6 relaciones que no está a la altura de la de 9 de las versiones más caras, pero cumple en el manejo normal, solo algo brusca en los cambios. Le vendría bien incorporar un ECO MODE, que acomode caja y acelerador hacia un consumo menor. El confort interior lo dan también las comodísimas butacas y un equipamiento razonable, hasta ahí, aunque la pantalla táctil central es chica y no tiene navegador. También el audio, de muy buen sonido. Salvo en contrapuertas, donde baja levemente el puntaje, la calidad interior es muy buena, en materiales y en ensamble. En términos generales, creemos que Jeep Compass es una muy buena opción, con algunos aspectos mejorables, sobre todo el consumo.