Nos encantan las notas técnicas respecto a tests realizados a distintos modelos. Constituyen uno de los pilares de cualquier página de autos y en particular de Automotiva. Allí se analizan técnicamente las distintas características de un modelo. Pero, también disfrutamos notas distintas, aquellas que bautizamos «Operativo» y que implican una salida más distendida, menos técnica, y en general, en familia, con varios kilómetros en poco tiempo, y donde toda ella, de una forma o de otra, termina transformándose en pequeña usina de comentarios que suman a lo verificado en los correspondientes tests, sumando un poco de turismo y geografía. En realidad, uno no reemplaza al otro; simplemente se complementan. No se siempre se pueden realizar estos operativos, pero cuando podemos…. los hacemos.
Y así nos fuimos, hace más de 4 años, a Valeria del Mar en un Fiat Grand Siena, también a Monte Hermoso en Jeep Renegade, a Miramar en Fiat 500, a hacer kayak en el Dique de la Quintana (Córdoba) o, como en este caso, una escapada a Mendoza, tierra del sol y el buen vino, con el Volkswagen Vento GLI que probamos un par de semanas atrás.
Salimos desde la planta Volkswagen en Pacheco y llegamos a Córdoba con las últimas horas del tibio sol de otoño, justo a tiempo para una breve limpieza (muchos bichos en la ruta) y dejar que el muy eficiente 2 litros turbo del GLI tome su merecido descanso, hasta las primeras horas del día siguiente. Arrancar 5 (solo uno del género masculino..) no es tarea sencilla. Y la famosa frase «mañana las despierto a las 6:30 para salir a las 7», quedó en el baúl de los recuerdos. Como era de esperar, salimos 8:40 hs. Bueno, tranquilo; al fin y al cabo «nada nos corría».
A poco de salir de Córdoba está el espectacular Camino de las Altas Cumbres, que tiene uno de sus inicios en Falda del Carmen (camino muy técnico), pasando por el Observatorio de Bosque Alegre y empalmando dicha ruta, pasando por Copina, y El Cóndor (muy cerca de uno de los primes más famosos del Rally Mundial), para comenzar más adelante el descenso hacia Mina Clavero/Nono. Si bien yo ya había recorrido unos 700 km desde Buenos Aires, la experiencia de los 5, sirvió, ya tempranamente, para mostrar que Vento GLI es un modelo ideal para viajar, con una caja DSG muy placentera en un tramo tan sinuoso como aquel, y con 211 CV que «nunca quedan cortos». Muy confortable interior, salvo para el (la) quinto pasajero, complicado por la forma del cojín, pero sobre todo por el túnel central, bastante voluminoso. Ese camino tiene varios puntos interesantes para el turismo; dado que lo hemos transitado decenas (por no decir centenares) de veces, ya forma parte de nuestras vidas; no nos llaman la atención.
Parada obligatoria en Nono, en un lugar con un «balcón» que encuentra a sus pies al río Panaholma, y donde tomar un cafecito con medialunas se transforma en un placer terrenal, siempre y cuando el frío no azote nuestras humanidades. Ninguna queja familiar por volver a subirnos al Vento GLI, algo lógico dado su gran confort de marcha, no solo para quien lo conduce, sino para el resto. Tramo entretenido hasta llegar a Villa Dolores, muy pintoresco, con bastante acción de la DSG, sobre todo cuando el tráfico obliga a variaciones constantes. Gran relax dejando el trabajo a la caja automatizada.
De allí a San Luis (parada obligatoria por haber pasado cerca de 10 años en esa pintoresca provincia), 200 km bastante aburridos, con el control de velocidad crucero como protagonista y paz absoluta. Breve reencuentro con amigos y postales conocidas y alojadas en nuestra memoria RAM, y a seguir viaje a Mendoza, nuestro destino final. Si bien hemos hecho este viaje otras veces, siempre, siempre, terminamos perdidos en algún punto en Mendoza. Mala señalización, sumada, seguramente, a no prestar la necesaria atención a la confusa e insuficiente cartelería vial, un clásico mendocino. Ese último tramo, ya de noche, y con poca paciencia a bordo (5) se hizo con un trabajo más activo del motor y la caja; la paciencia iba «quemando sus últimas naves». Llegada a Chacras de Coria, cena con amigos anfitriones y descanso.
Dos días no son suficientes para un recorrido muy extenso; pero en este caso llegamos al Dique Potrerillos, al que solo conocíamos «de lejos». Y nos sorprendió. Es cierto, el paisaje es agreste, como en general es Mendoza, salvo su ciudad, un vergel gracias a la esforzada mano de sus pobladores que crearon un complejo sistema de canales de riego. Agua transparente, casi verde caribe, con mucha gente disfrutando la soleada tarde, y una nula infraestructura de servicios, gracias a lo cual se mantiene casi virgen.
Final de la jornada pasando por el Hotel de Potrerillos, remodelado, con un sector de vides que recorrimos, viendo (y probando) unas pequeñas uvas Malbec. Sorprendió Vento no tocando en ningún lado, a pesar de su deportividad y baja altura; en caminos de tierra del dique bastante irregulares y con muchos desniveles, llegando al punto más lejano del circuito, pasó sin problemas y con 5 personas a bordo. Bien.
Asado de despedida al dia siguiente y nuevamente rumbo a la mediterránea Córdoba. Bastante transitadas las Altas Cumbres, algo lógico en el cierre de una diáfana Semana Santa. Como pocas veces, nulas quejas por haber pasado tantas horas arriba del Vento. En mi caso, fueron cerca de 30 horas en pocos días, y la verdad, Vento dejó una imagen muy positiva, con su bajo perfil, y su gran confort de marcha. Con 5 a bordo y equipajes abultados, y a velocidades importantes, su aplomo en ruta es total. Hasta la próxima salida.
Que bueno.Las notas operativas de Automotiva son como viajar junto a la familia, llenas de anécdotas y descubrimientos. El Vento GLI demostró ser un compañero ideal, combatiendo curvas y ofreciendo confort sin igual. Aplausos por más travesías inolvidables