Audi, como otras automotrices, está viendo hacia donde marcha, en cuestiones de producto, diseño y concepto. No es un problema de la marca alemana; es una realidad a la que se enfrentan muchas marcas, y por varias razones, como he comentado en distintas oportunidades (China, cambio en los consumidores, idas y vueltas de la movilidad eléctrica, etc.). Audi había decidido dejar su nombres «impares», A3, A5, A7, y lo mismo con los Q, para los térmicos e híbridos (ver nota). Por otro lado, pares para los e-tron, modelos eléctricos. Ya hay algunos casos como A6 (ver nota), A6 e-tron (ver nota), A5 (ver nota), y otros.
Pero esto cambió, seguirán pares e impares, independientemente del motor; en todo caso tendrán apellido e-tron los eléctricos. Y, ya estando A6 (ver nota) y A4 e-tron (próximamente, ver nota), faltaba el hermano eléctrico menor… y ¿que mejor que volver a utilizar el nombre de un modelo de avanzada en su momento (carrocería en aluminio, por ejemplo) como el A2, para utilizarlo como el más chico de sus eléctricos? El A2 original, producido entre 1999 y 2005, incomprendido, muy avanzando para aquel tiempo, tenía formato monovolumen. El nuevo, mantendrá algo de eso, pero acercándose al mundo crossover.








