Sí, es cierto, la crisis no es solo de Volkswagen en Alemania; por el contrario, toca a muchas de las automotrices (diría todas menos las chinas, o al menos varias de ellas), y no tiene que ver centralmente con sus productos (modelos) sino con cuestiones de fondo que afectan a la industria automotriz mundial, a las que nos hemos referido en varias ocasiones. De todos modos, resuena la de la marca alemana ya que no vivía situaciones así desde hace mucho tiempo, acostumbrada a buenas ventas en todo el mundo. Aunque «la cosa» venía de antes, hace un año, Tomás Schäfer, CEO de VW expresó «ya no somos competitivos», tremenda frase, que deja poco lugar a interpretaciones.

Y en la pasada primavera (terminó ayer), decíamos que Volkswagen necesitaba un fuerte plan de reconversión. No es que lo pensáramos sino que era una necesidad imperiosa. Bueno, tras largas negociaciones con el fuerte sindicato alemán, llegaron a un acuerdo. La frase «un milagro de Navidad», expresada por el gremio, no transmite la realidad de la dureza del necesario ajuste. Se perderán 35,000 empleos en Alemania, su producción anual se reducirá a 734,000 unidades y el icónico Golf, que cumple 50 años vida, trasladará su producción a México, algo inédito pero necesario. Además, el eléctrico ID.3 trabajará con la mitad de líneas de producción, y otras medidas menores.

¿Porqué «milagro de Navidad»? Porque ante tan oscuro panorama, no deja de ser una solución no tan drástica. La marca alemana saldrá adelante, sin dudas, tiene todo para hacerlo, y de hecho sigue con su plan de presentaciones, como su nueva marca Scout para Estados Unidos, el nuevo SUV Tayron, sucesor de la Tiguan Allspace, la renovada TAOS o, a nivel regional, el nuevo B-SUV Tera que reemplazará al extinto y recordado Gol, ubicándose por debajo del T-Cross, entre otras presentaciones recientes. Las reconversiones en las crisis son duras, complicadas, dolorosas, pero necesarias para recuperar la buena salud económica.