Rolls-Royce. Excelsa compañía británica -hoy en manos de BMW– de la que hemos comentado en varias oportunidades en Automotiva. Justamente, hace 2 años mostrábamos el nuevo Wraith (una versión deportiva nos ocupa en este caso) y hace poco más de un año dábamos cuenta del notable crecimiento de la marca.Wraith fue el último Rolls-Royce en llegar, y más allá de la incompatibilidad entre los términos Rolls-Royce y deportividad, claramente se convirtió en «el más deportivo de los Rolls». Con un motor V12 de 6.6 litros (que equipa al BMW 760 Li que también presentábamos ayer) y 632 CV, a pesar de sus 2400 kg, el Wraith consigue acelerar de 0 a 100 km/h en 4.6 segundos. Consumo en ciudad (rendimiento): 4.5 km/l, pero, ¿a quien le importa? Su longitud es de 5.27 m, importantes siendo una coupé. Las posibilidades de personalización son muy extensas, con accesorios a la altura de la exquisita marca británica.En honor al circuito -belga- de Spa-Francorchamps, escenario de la F1, GT y otras categorías, Rolls-Royce presenta el Spa-Francorchamps Wraith Edition (tal cual su nombre), con algunas características distintivas aunque, manteniendo la base del modelo «normal» (¿se puede hablar de «normal» en el mundo Rolls-Royce?). La marca lo define como el «Rolls más deportivo de todos los tiempos», aunque, aclara, «no es un auto de carrera»; tampoco pierde la sobriedad británica ni en el más mínimo detalle.Por eso, las modificaciones son muy sutiles. Nuevas llantas, algún aditamente exterior pequeño, mayor uso de fibra de carbono en su interior, butacas exclusivas con el diseño del circuito de la F1 bordado (y en el tablero), y algunos accesorios menores. Nadie espera grandes cambios (y menos apuntando a lo deportivo) en un Rolls-Royce.
Teniendo en cuenta que el Wraith roza los USD 290.000, esta -más- exclusiva versión costaría «algunos verdes más». A pesar que Rolls-Royce es propiedad de BMW, marca que está presente -y vigente- en Argentina, las posibilidades de contar con algun concesionario Rolls, y por ende, quizás algun Wraith, son, como mínimo, muy bajas. Sin embargo, teniendo en cuenta que Chile (Santiago) y Brasil (San Pablo) cuentan con concesionarios oficiales, no es descabellado esperar que algun dia arribe a Buenos Aires.