Porsche renovó su modelo estrella, el 911 a fines de 2018, tal como adelantamos en su momento. Y titulábamos «Reinventarse manteniendo lo esencial» porque claramente un Porsche 911 no puede recibir cambios drásticos, radicales, profundos. Nunca ha sido así en su historia y es una de sus fortalezas. Y a la vez, todo un desafío, ¿Como renovar y mantener actual un modelo, pero sin abandonar su historia? Bueno, Porsche lo viene consiguiendo con el 911, salvo alguna generación discutible como la 996 de fines de los 90. Y ahora es el turno del presentar el renovado 911 turbo, inicialmente en su variante S, la más potente.
En un Porsche 911 es tan importante la estética como la parte mecánica, y este nuevo 911 turbo S destaca en ambas, sin grandes diferencias respecto a los actuales. Sí adopta una nuevo motor de 3.8 litros, con doble turbo, y bestiales 650 CV, los que le permiten llegar a los 100 km/h en 2.7 segundos, y alcanzar una velocidad máxima de 330 km/h, Vienen bien estas cifras para mostrar lo que solemos comentar respecto a «lo complicado» que resulta mejorar los tiempos de aceleración, de la relación «no lineal» entre aumento de potencia y disminución de tiempos. El Porsche 911 Carrera S, tiene 450 CV y hace el «0 a 100» en 3.7 segundos. Dejando de lado otros factores menores en el análisis, el Porsche 911 necesita 200 caballos adicionales para bajar 1 segundo. O, expresado de un modo más gráfico, un aumento de potencia del 45% consigue reducir el tiempo de aceleración en un 27%.
Completando el apartado mecánico, digamos que el 911 Turbo S cuenta con una caja de doble embrague PDK de 8 relaciones, y tracción integral. Los neumáticos traseros, 315/30R21. Inyectores piezoeléctricos, suspensión regulable PASM, altura rebajada 10 mm, y varias «exquisiteces» más. Recordemos que el 911 más ¿humilde? es el Carrera, con 385 CV y una aceleración de 0 a 100 km/h en -nada despreciables- 4.2 segundos. Y en cuanto a precios, arrancan en los USD 135,000 para este modelo, llegando a los USD 280,000 del Turbo S que nos ocupa en este caso. Sin contar las series especiales GT2, GT3 y sus derivados, autos de competición, casi literalmente hablando.
Estéticamente, como adelantamos, poco para comentar (en cuanto a diferencias), y básicamente son las mismas que adoptó el 911 Carrera respecto al anterior. Nuevos paragolpes y ópticas, y en el perfil, donde se pueden apreciar siempre los cambios en cuanto a magnitud, encontramos voladizos más cortos en ambos extremos y poco más. Respecto a detalles, aparecen algunos insertos exteriores, un faldón delantero más bajo, y algunos detalles en el interior, como costuras, nueva pantalla central y butacas, obviamente. Sobrio, como en todas sus generaciones anteriores, y espectacular al mismo tiempo. Disponible también en lograda variante cabriolet. Más adelante llegarán las versiones Turbo «a secas» con menor potencia. Poco para agregar.