Cuando cambia la dirección de una empresa, de un grupo, y más cuando se deben mejorar resultados económicos, como este caso (y el de muchas otras automotrices), los cambios anunciados suelen ser de cierta magnitud, y resulta algo obvio: una restructuración trae consigo fuertes cambios, incluso de paradigmas. Aunque Renault/Nissan no pasa por su mejor momento, no es únicamente un problema interno. La industria automotriz está cambiando a pasos agigantados, como nunca antes, y poder mantenerse en este nuevo competitivo mundo requiere constantes cambios, adaptaciones, restructuraciones. El plan Renaulution que presentó Luca de Meo, nueva cabeza de Groupe Renault (no confundir con la Alianza Renault Nissan) implica varios cambios. Algunos atractivos como el nuevo Renault 5 eléctrico, y otros no tanto.

Previo a este plan, ya había anunciado que las marcas se repartirían geográficamente los distintos mercados. Renault, Europa básicamente y LATAM, Nissan en el mercado asiático y norteamericano, y Mitsubishi, relegada a Oceanía y parte de Asia. Ahora se incorporó la estrategia «líder-seguidor», consistente en que, en cada región, habrá una marca líder, encargada de los desarrollos, y otra/s seguidora/s que venderán su equivalente, en una estrategia similar a la de Citroën Berlingo/Peugeot Rifter y Toyota Proace City, por mencionar uno de los tantos casos en la industria automotriz. Dentro de esta estrategia, se sabe que Mitsubishi estará finalmente presente en el viejo continente, como «seguidora» de Renault. ¿Con que productos? No está del todo claro. Podrían ser los derivados de Captur y Clio aunque, insisto, no hay definiciones oficiales al respecto. Lo que está claro es que hay vida para Mitsubishi, finalmente, en el viejo continente.