¿Avanzamos a mundos cada vez más «edulcorados» y de modelos polivalentes, promedio, generales? Sin dudas. La industria automotriz está cambiando a ritmos nunca vistos en toda su historia. Van despareciendo conceptos y modelos más «ortodoxos», indiscutibles hasta hace algunos años, a favor de modelos crossovers y SUVs. Esto ya lo hemos comentado, y no pocas veces. Y no es una buena noticia para los fanáticos más conservadores (y más puristas). ¿Ejemplos? Muchos. El Peugeot 208 GTI que no tendrá una nueva generación (al menos como lo conocimos), Ford Mondeo que va desapareciendo de a poco, Ford Mustang Mach-E, que no me animo a asegurar que vaya a reemplazar al Mustang, pero tampoco estoy muy seguro de lo contrario, el descenso de las ventas del rey europeo, Volkswagen Golf, incluso a manos de sus propios parientes, como el T-ROC. En fin, el automóvil tal como lo conocíamos dejará de existir. Ni hablar de motores de combustión con fecha de caducidad programada y la cercana conducción autónoma. Como rezaba un comercial, «ya nada será lo mismo».
Y volviendo al Focus RS que Ford estaba desarrollando para ser presentado en este 2020 como modelo 2021, según un directivo de la norteamericana (al medio francés Caradisiac), no habrá Ford Focus RS IV. ¿Mala noticia? Para los más fanáticos, y clientes, sin dudas. De todos modos suena bastante lógico. Veamos. El Focus RS anterior (III) tenía un motor 2.3 EcoBoost de 320 CV. Como ocurre con todos los modelos, cada nueva generación adquiere -casi inevitablemente- un upgrade de potencia. Y más en este caso teniendo en cuenta que el actual Focus ST (IV), con la misma planta motriz, entrega interesantes 280 CV. Para seguir siendo considerado un verdadero RS, debe superar y holgadamente, a su equivalente ST. Esto implica hablar de unos 380/400 CV, y de hecho es la potencia que se especulaba iba a tener el próximo RS. Con las nuevas (o no tanto) normas antipolución europeas, esta configuración iba a tener complicada una homologación por debajo de los valores permitidos
Esto implicaría, por ejemplo, y para no reducir prestaciones, recurrir a tecnología híbrida, de tal manera de dejar en unos ¿razonables? 280 CV la potencia del motor naftero (la del ST, sin ir más lejos) y compensar la diferencia a través de uno o dos motores eléctricos. Esto se traduce en tiempo de desarrollo, y mayores costos. Y en este contexto post coronavirus, que nadie puede saber hoy con exactitud cómo será, pero no caben dudas tendremos un escenario complicado a nivel mundial (peor nosotros, claro), aumentar en lugar de reducir costos, parece un camino inviable. Es cierto que Ford tiene en Europa 3 híbridos cercanos para «echar mano» a su desarrollo y no tener que comenzar de cero. Pero, Puma híbrido tendrá un motor de 1 litro y 155 CV híbridos, y Kuga un 2.5 Duratec con 225 CV. También hay un Mondeo híbrido pero no llega a los 200 CV. Lejos de los 400 CV que debería ostentar el próximo Focus RS.
Por otro lado, y como una muestra más del avance de los SUVs, desde hace un tiempo, las automotrices vienen incluyendo versiones deportivas en aquellos modelos. Ford Edge ST y Volkswagen T-ROC R son solo dos ejemplos de esta avanzada. Cuando se juntan todas estas consideraciones, y sobre todo una de las de mayor peso específico, la crisis económica por el coronavirus, y «se dejan pasiones fierreras» de lado, se comprende mejor esta decisión de Ford, aunque nos deje «un gustito amargo». No descarto que en el futuro cercano, como sucede con Peugeot 208 y 508 entre otros, Ford desarrolle un Focus e-RS, eléctrico o híbrido y con mayor potencia que el actual ST. De todos modos, de haber nacido el Focus IV RS, seguramente tampoco lo hubiéramos tenido en Argentina.
