No solo resulta interesante, lógico y procedente que una marca aproveche su experiencia en el terreno deportivo para transmitir pasión y deseo a su gama comercial, sino que, más aún, el principal motivo de las costosas campañas deportivas de las automotrices tiene un denominador común: vender más autos. Es cierto, no lo dicen tan abiertamente sus responsables de Marketing y de Comunicación; más bien utilizan términos como: imagen de marca, fidelidad, reconocimiento, pero todo apunta a aumentar las ventas, directa o indirectamente y es absolutamente razonable, siendo un recurso utilizado por muchas compañías, no solo automotrices.
Megane es un modelo muy exitoso en Europa, y fundamentalmente en España, más allá de la terrible crisis que vive el sector, y la economía española en general. Por eso vemos muchas versiones especiales, como la que hoy nos ocupa.
La historia del vínculo de Renault con la F1 data de los 80´s, cuando nos deleitábamos con aquellos monoplazas con motor de 1500 cm3 y turbo, una novedad para la categoría, y que de la mano de Jean-Pierre Jabouille, René Arnoux y tantos otros, deleitaron a los seguidores de la categoría. Y décadas despues, con aquel Williams Renault que alcanzó a manejar Ayrton Senna, y con el que encontró la muerte en 1994.
Hoy, la marca francesa no cuenta con un equipo propio en la máxima categoría del automovilismo, aunque es más protagonista que nunca.
Y lo es a través de la provisión de motores a -nada menos que- 4 equipos de la categoría: Red Bull Racing, Lotus F1 Team, Caterham F1 Team y Williams F1 Team. Precisamente, los colores de estas escuderías forman parte de la serie espcial del Megane RS, que con 265 CV, emula a los protagonistas de la categoría. Si bien en principio no se venderá ni siquiera en series limitadas, formará parte del ruido de la F1 (¿vuelve a Argentina en 2013, en un callejero en Mar del Plata?).
Siendo solo para exhibición, obviamente no llegarán a nuestro país, aunque no descarto que la casa francesa se decida a comercializarlos en series limitadas, al menos en el viejo continente. Me encantó el verde, que emula al equipo inglés Caterham.