Algo previsible sí. La nueva generación Charger, reemplazante del anterior modelo y de Challenger al mismo tiempo, se presentó en nuestro otoño 2024 (ver nota). Y poco después planteábamos (en realidad fue resultado de una encuesta de un importante medio) que de cada 5 Charger que se vendieran, solo 1 sería eléctrico (ver nota). Y vaya si no se cumplió esta «profecía», incluso superando aquel panorama inicial, que Dodge se ha visto obligada a bajar un 8.3% el precio del Charger Daytona (EV) para intentar seducir al mercado norteamericano.
¿Es una mala opción el Charger eléctrico? Por supuesto que no. Ahora es más barato que su equivalente naftero con motor Hurricane Six pero con mayores prestaciones. Pero claro, no todo pasa por las frías comparaciones. Tanto Charger como Challenger han sido históricamente sinónimo de olor a nafta, escapes ruidosos, motores HEMI, combustión, y entonces un Charger «silencioso», de repente, no es sencillo de introducir al mercado. Cuando se diseñó el Charger eléctrico, el primero en aparecer, la realidad del mercado EV era diferente, parecía arrollar todo a su paso.
Hoy la realidad es distinta, y aunque todo parece indicar que a mediano plazo, el futuro sigue siendo eléctrico, queda un buen tiempo de térmicos e híbridos. Y sobre todo en modelos «de alto octanaje» como Charger. ¿Desaparecerá de la oferta Dodge? No creo que tanto como eso, sería tirar a la basura enormes costos de desarrollo, pero seguirá siendo de ventas residuales, al menos por ahora, más allá de sus altas prestaciones. Mientras tanto seguimos soñando con el regreso del Challenger, aunque, existiendo el Charger 2 puertas, no tendría sentido… ¿o sí?









