Allá por 2013 comentábamos el inicio de la comercialización del Chrysler 300C en Argentina. Hablamos de la segunda generación, ya que la primera había sido presentada en 2005 (aquella de los faros redondos), también vendida en nuestro país. El nombre 300 ya había sido usado por la marca norteamericano, hoy bajo el paraguas Stellantis, y en más de una ocasión. Chrysler 300 está transitando sus últimos días; no tiene relevo a la vista, al menos como tal, como sedán. La marca está trabajando en una nueva generación de modelos, eléctricos, claro, como el Airflow que se ha adelantado como concept.

Se vende (no en Argentina) con dos opciones de motor: un V6 3.6 Pentastar de 286 CV y el V8 HEMI 5.7 de 340 CV. En su despedida final, el Chrysler 300 presenta una serie limitada de 2200 unidades, para América del Norte, denominada 300C, y con el motor V8 HEMI, pero 6.4L y que entrega 492 CV (ya usado en generaciones anteriores); más que importante mejora prestacional. Su precio será de USD 55,000, unos USD 13,000 más que el HEMI 5.7 actual. ¿Vale esa diferencia? Seguramente si lo analizamos de manera analítica, no, pero considerando los -no pocos- caballos adicionales, que es la última serie del 300 y que cuenta con algunos mínimos detalles alusivos, todo pasa a ser subjetivo.

Con ese motor, el Chrysler 300C acelera de 0 a 100 km/h en 4.3 segundos. Como detalles diferenciadores, cuenta con llantas de 20″ específicas, un alerón posterior, sutil, y algunas placas y calcos alusivas, tanto por fuera como en el interior. De este modo, Stellantis da de baja el icónico motor. Recordemos que ya están siendo reemplazados en otros modelos por el nuevo «6 en línea» turbo. Esto para el corto plazo, ya que en el mediano, como en el resto de las automotrices, todo será eléctrico, salvo que los e-fuel y el hidrógeno (como combustible, no como celda) consigan revertir la historia, algo poco probable pero no imposible. Adiós Chrysler 300, adiós HEMI V8 5.7.