En los comienzos de 2020, muy poco antes de la «cuareterna», DS mostraba al mundo su «buque insignia» (término vetusto pero válido), en lo que intentaba convertir en el modelo de representación de la marca, agrupando todo el diseño, el lujo, el refinamiento, el «savoir-faire» de los franceses. Sí, creo que el intento era por reencarnar al mítico DS de los 50s, vuelvo a expresar, para mí uno de los autos más lindos y logrados de todos los tiempos. Hoy más que nunca, el éxito de un modelo depende de múltiples factores, y varios son exógenos, externos, no manejables por la marca. Y la verdad es que el DS 9, fabricado en China, a pesar de ubicarse en el segmento E, un segmento de volúmenes reducidos, no ha conseguido ventas razonables que justifiquen su existencia.
Se han vendido 7,000 unidades desde su lanzamiento, y la mitad ha sido en su país de fabricación, China. Lejos de los alemanes con los que pretendía sentarse a la misma mesa a discutir liderazgo. A finales de este 2024, DS 9 dejará de producirse y será reemplazado en el futuro por un crossover, algo que adelantamos hace 3 años (imaginado como un desprendimiento de DS 9), y ya más cerca, contamos acerca del proyecto DS 8 (ese sería su nombre), que reemplazará al DS 9, más allá de ser conceptualmente diferentes. Hoy los sedanes (y sobre todo de segmentos altos) están desapareciendo, y el franco chino no es la excepción. Una pena, porque a pesar de no haberlo probado, no tengo dudas se trata de un excelente producto, como así también su primo hermano Peugeot 508 que correría suerte similar.