Logan (2005) y Sandero (2008) significaron el puntapié inicial de la gran remontada empresarial de Dacia en el mundo. No tanto en volúmenes de venta, los que no eran bajos en la etapa previa, sino más bien en lo que hace a mejora de producto.
Renault dió proridad a este apartado. Sabía que, más allá del reconocido carácter «low cost» de Dacia, necesitaba un cirugía mayor en calidad, tecnología y prestaciones, si quería realmente ganar los mercados del mundo.
Fabricados en el Mercosur, llegaron poco después a Argentina, con un error de posicionamiento que marcó el tibio comienzo, fundamentalmente de Logan. Y creo que, en realidad, convergieron dos aspectos negativos que ayudaron a esta realidad inicial.
Más allá de subjetivismos y gustos, claramente Renault gozó de un importante prestigio histórico en la Argentina, con productos de calidad, innovadores y que poco tenían que ver con disminución de costos. Para no bucear tan profunda y lejanamente en la historia, podemos recordar los R18, R21 y R19, entre otros, productos que dejaron su huella.
Por lo tanto, de repente y «sin anestesia» introducir modelos Renault con poco diseño, terminación mejorable, y poca sintonía con la filosofía de la marca, era y es un gran riesgo. Y la marca francesa comenzó a vender estos modelos, de gran éxito en muchos mercados, sin la adaptación «cultural» necesaria. Y este déficit tuvo sus consecuencias.
Por otro lado, probablente hubiera sido más apropiado lanzar Logan en versiones de entrada de gama, con precios competitivos, y podría haberse posicionado como el «Renault 12 del siglo XXI». Sin embargo nació con versiones caras, equipadas, que contrastaban con el espíritu del modelo.
Renault reaccionó a tiempo, agregando versiones y lanzando uno de los productos (versiones) más exitosos de los últimos tiempos: Sandero Stepway, suceso comercial increíble para un modelo que había arrancado con el pie izquierdo.
De todos modos, dejando un poco la historia y la ubicación de las coordenadas para saber donde estamos parados, hablemos de los nuevos Logan y Sandero que Renault presentará (como Dacia) en el Salón de París pero que ya han sido mostrados al mundo en la «red de redes».
Los cambios son «totales» como dirían los ex Soda Stereo, aunque afectan principalmente a trompa y cola. En el frente se observa un aire «más Duster», y las ópticas traseras recuerdan, salvando la distancia, a Citroën DS3. Aunque no se noten en una mirada inicial, los laterales han sufrido modificaciones, con «poca chapa» conservada de la generación actual.
Si bien siguen apreciándose estéticamente como «low cost» (y esto es una fortaleza buscada por la marca, no una debilidad), la percepción de calidad, aun externa, ha aumentado muchísimo.
Ni hablar del interior, que a pesar de no contar con acolchados ni materiales nobles «cual premium» (y que nadie espera en un modelo que arranca en los USD 12.000 en Europa), cuenta con diseño muy interesante, dominado por una generosa pantalla central. No sabemos cómo resolverá Renault la zona en las versiones básicas, sin la mencionada pantalla.
A pesar de no contar con detalles técnicos, se espera que la nueva generación de Logan y Sandero cuente con las actuales motorizaciones y demás aspectos mecánicos, pudiendo incorporar alguna variante de las nuevas nafteras TCe o diesel dCI que Renault ofrece en el viejo continente.
Casi con seguridad estos cambios llegarán al Mercosur, aunque, a diferencia de los productos importados, que inevitablemente incorporan rápidamente estos cambios, su producción brasilera deberá realizar los ajustes para las nuevas líneas. Si debiéramos arriesgar una fecha de llegada a Argentina (futurología riesgosa), podríamos aventurar que los veríamos por aquí hacia mediados 2013, tal vez algo más tarde. Veremos.