Cherokee tiene un fuerte impacto en el corazón de los norteamericanos, incluso más que su primo rico Grand Cherokee. Nació como tal en 1974, con cierto parentesco con nuestra recordada pick up Gladiator. En 2013 presentábamos la 4a generación, con un cambio radical, muy profundo, casi conceptual, pasando de un histórico diseño cuadrado, clásico, a otro más moderno pero perdiendo personalidad. Y no resultó tan aceptado por el mercado norteamericano. Si bien nunca fue best seller, sus ventas cayeron a partir de la última generación.
Todavía se vende, solo en dos versiones de USD 39,000 y USD 42,000, con motores 2.4 Tigershark (similar al que trajo Renegade en algún momento) y el 2.0 turbo actual. De todos modos, el título «vuelve….» no es literal sino que apunta a que aspira volver a ser protagonista, y Jeep sabe que debe volver a sus raíces para que eso ocurra. Curiosamente, tal vez el Jeep más clásico es el menos cuadrado de todos. Llegará hacia fines de 2025, eléctrico aunque, adaptándose al actual retraso o estancamiento de la movilidad eléctrico que ya hemos comentado, también contará con variantes híbridas.
Hay que tener en cuenta, retomando el tema de la performance comercial, que Cherokee vendía cerca de 200,000 unidades anuales, una bestialidad para nuestro mercado, pero nada mal para el norteamericano. En 2023, su último año de producción (si bien se sigue vendiendo) llegó a 24,600. Dato más que suficiente para explicar la necesidad de una renovación completa, incluso conceptual en el diseño. Además del eléctrico, habrá variantes híbridas, quizás la 4xe que ya tienen varios modelos de la marca y aprovechando que la base la está usando hoy. Cherokee se vendió en Argentina y lo hizo (muy poco y en cuentagotas) en la última generación. ¿Vendrá la próxima? Difícil estando Compass y Commander, pero no lo descarto totalmente.