Si nos preguntamos inicialmente, con cierta ingenuidad, ¿es interesante el nuevo desarrollo de ZF, una caja de 9 velocidades?, la respuesta es obvia: por supuesto que es un gran avance tecnológico y que tiene varias ventajas asociadas, innegables. Mejor utilización y dosificación de potencia, por lo tanto menores consumos y emisiones. Hasta acá objetiva verdad.

La pregunta siguiente, ya despojada de aquella ingenuidad inicial, tiene que ver con analizar si realmente es útil y necesario contar con una caja con una disponibilidad de 9 relaciones. Y esta, además de una importante dosis de relativismo y subjetividad, es más complicada de responder. Pude probar aquel BMW 550i, con motor V8 de 407 CV, y una caja automática de 8 velocidades (solo una menos que la nueva de ZF). Más allá del marketing que genera el anuncio, no es simple ubicarse en que marcha se está circulando (es cierto también que no es necesario que esto ocurra). Entre la gran potencia disponible, la suavidad del motor y el auto en general, y las 8 relaciones, resulta casi imposible tener presente la marcha utilizada en cada momento.

Y en este tema de las cajas, automáticas o manuales, secuenciales, mejores o peores, más rápidas o más lentas, en todo ese debate, tiene mucho que ver la potencia disponible. La misma caja (supongamos lenta) no se siente igual en motores con distinta potencia. ¿No me gustó la caja de aquel modelo? Me encantó, pero tal vez 8 relaciones sean demasiado.

Y ni hablar de las 9 que presentará el Range Rover Evoque (disponible en Argentina, de la mano de Ditecar, con una sola opción de motor -2.0 de 240 CV- y caja de 6 velocidades, y precios entre USD 75.000 y USD 100.000) en el próximo Salón de Ginebra, en marzo.

De acuerdo, en muchos casos, una caja de 5ª queda corta. Tal vez 6ª -hilando fino- también. ¿Pero 9 no será mucho? Bienvenida, de todos modos.