Hace más de 2 años probábamos la nueva pick up de fabricación nacional, Nissan Frontier, enmarcada en un proyecto bastante más ambicioso de la trilogía de producto junto con Renault Alaskan y la Mecedes-Benz Clase X. En aquel momento las versiones full de las picks ups líderes se ubicaban en torno a $ 1.5 millones. Pasado lejano. Hoy su precio se ha multiplicado por 4. Argentina, poco para agregar. Volvamos al proyecto de Santa Isabel. Tres pick ups con la misma base, y con diferencias menores (algo más en la alemana) y todas fabricadas en Córdoba. Con el proyecto en marcha, Mercedes se bajó (a nivel mundial, no fue un tema relativo a nuestro país) y Renault demoró la fabricación de su Alaskan; incluso se llegó a especular con la continuidad del proyecto, algo que la misma francesa se encargó de confirmar en varias oportunidades.
Sería erróneo no mencionar que esta Renault Alaskan comparte casi todo con su prima hermana Nissan Frontier; es un dato de la realidad. Y no es un punto negativo; por el contrario, compartir desarrollo con una de las marcas con mayor experiencia en pick ups en todo el mundo, no está nada mal. De hecho, por ejemplo, la nueva generación de Ford Ranger y Volkswagen Amarok también tendrán un único desarrollo (by Ford), con diferencias solo estéticas entre ellas, y no profundas. Claro, Renault busca que «se la mire» como única, no con el espejo japonés, y es lógico. De todos modos, siendo que pertenecen al mismo desarrollo, y que no solo probamos Frontier en su versión tope de gama, LE 4×4 AT, sino que además, a fines del año pasado hicimos un viaje a San Juan y Mendoza con una unidad similar, decidimos aprovechar la geografía cordobesa para hablar de Alaskan transitando estos atractivos paisajes. Si bien recorrimos diversos parajes, destacamos dos: El prime más famoso del rally, El Cóndor-Copina, y el camino que lleva al techo de Córdoba, al Cerro Aspero, muy cerquita del mismísimo Champaquí.
Un sábado de abril, con el día intentando aparecer, pusimos a la Alaskan Iconic 4×4 con caja manual rumbo a las Altas Cumbres. Una hora y cuarto después estábamos en Falda del Carmen, inicio del camino muy sinuoso que lleva al Observatorio de Bosque Alegre y luego sigue a Copina, El Cóndor, La Posta, para luego desembocar en Mina Clavero, o mejor dicho, entre Mina Clavero y Nono. Casi 50 minutos más tarde llegábamos al Cóndor, un poquito más adelante del famoso parador, donde comienza el prime del Rally Mundial «El Cóndor-Copina». Bastante niebla, nada raro fuera del verano.
Hablemos un poco de Alaskan. Hasta ahí, en los pocos tramos rectos y planos que habíamos transitado, marcaba unos 14.5 km/l a 110 km/h, nada mal. Por otra parte, el confort de marcha es realmente excelente (teniendo en cuenta que es una pick up, preparada para llevar hasta 1,000 kg), por el bajo nivel de ruidos de este motor 2.3 dCI de origen Renault, su serenidad, un muy correcto ajuste general y el tren trasero pseudo Multilink. De lo mejor de esta Alaskan. En ese tramo para llegar al Observatorio (en donde en 1989 se corrió el Desafío de los Valientes, con Fiat Uno, por entonces de tierra, y que tuve la oportunidad de presenciar), se puede medir la tenida del modelo probado, y aunque no tiene demasiado sentido en el caso de una pick up, pude verificar que, aún así, resultó muy estable, con la lógica transferencia de pesos y quejido de cubiertas, y con un ESP que no permite un deslizamiento acentuado del tren trasero, y está bien, para eso está. En resumen, gran confort de marcha: invita a ser conducida por cientos de kilómetros.
La primera parte del «Cóndor-Copina» es, quizás, más aburrida que la última, ya en los famosos puentes colgantes. Hasta cierto punto, ya que la traza es complicada en casi todo su recorrido, salvo al llegar al mismo Copina, más recto. Aunque había llovido el día anterior, la poca cantidad caída, y lo duro del terreno, se conjugaron para no dejar barro donde poner a prueba la doble tracción de la pick up, salvo un pedacito en el que sí lo hicimos. De todos modos, un par de días después, llegando al «techo de Córdoba» sí probamos su capacidad de tracción. Caminos públicos, con ciclistas y runners que frecuentan la zona, no son para intentar emular a Gabriel Raies, pero sí exigimos la Alaskan quitando el Control de Estabilidad, con la debida precaución, manteniendo en todo momento el gran confort a bordo. En algunos tramos en muy mal estado se la sintió «irrompible». Son casi 20 km en total, y más cerca de Copina están los «puentes colgantes».
Nos encontramos con un grupo de corredores (trial); destacable teniendo en cuenta la topografía y el clima del momento. Siempre resulta atractivo este «prime» y de hecho lo hice muchas veces en diferentes vehículos, resultando siempre magnético. Quizás en este tipo de trazado resulte más cómoda la caja automática de 7 relaciones disponible también en nivel Iconic, aunque esta manual permite 6 da mayor control, también es cierto. La caja de una pick up debe ser robusta y nunca será suave, aunque resultó algo durita entre cambios. Si bien el navegador en la actualidad es casi cosa del pasado (con las aplicaciones Mirror Link y Apple Car Play), llamó la atención lo desactualizado de la cartografía. Para volver a Córdoba elegimos la relativamente nueva variante Las Jarillas, y no aparecía en el navegador, como tampoco otras no tan nuevas. Frontier totalizó 163 km para toda la vuelta, la gran mayoría en asfalto.
Antes de pasar al otro muy interesante circuito que nos depositó casi en el techo vial de Córdoba, hablemos algo más de Alaskan. A nivel estético, claramente resulta una de las más atractivas de todo el segmento, sino la más, con innegables aires de familia a los Renault más actuales. Fuerte modificación en el sector frontal respecto a Frontier, y muy bien lograda. Atrás los cambios son menores, aunque también resultó renovada. Sin cambios en el perfil, salvo las muy atractivas llantas de 18″ sobre neumáticos 255/60R18 (rodado 16 en las demás versiones). Adentro muestra un estilo clásico, alejado del actual minimalista, aunque es justo aclarar que sus competidoras mantienen el mismo estilo (aun lejos de Tesla, afortunadamente). Tablero analógico, con dos grandes cuadrantes, muy claros, y sector digital entre ellos, con muy buena resolución.
Como contrapartida, computadora de a bordo muy básica y no tan intuitiva (con mandos al volante). Gran pantalla en consola central, también con buena resolución y visibilidad y con varios accesos manuales, bienvenidos. Otro elogio para el climatizador bi-zona con mandos físicos. A pesar de no contar con regulación de volante en profundidad, la posición de manejo es muy buena, con muy cómoda butaca eléctrica para el conductor en esta versión y una buena calidad de terminación. No vamos a repetir los conceptos vertidos en aquella nota de Frontier, pero sí recordamos que el espacio atrás no sobra, con una típica postura corporal de piernas bastante flexionadas. No, una camioneta no es para 5 adultos en viajes largos, ninguna (al menos de este segmento). Dejemos por un segundo los comentarios de Alaskan para irnos al camino más alto de Córdoba, el que llega -casi- a su cerro más alto, el Champaquí, con 2,790 m.
Ya lo habíamos hecho con Fiat Strada, y en aquella oportunidad estaba en un estado bastante bueno (salvo la parte final). En este caso, las lluvias habían hecho su trabajo y estaba lejos de aquel estado. Ese día arrancamos no muy temprano, a las 9:30 de un domingo desde la Ruta 36 (la que lleva a Río Cuarto), para luego tomar el desvío a Alta Gracia y seguir por Ruta 5 hasta Villa General Belgrano, pasando por el siempre pintoresco Lago Los Molinos. En este caso, elegimos ir por Santa Rosa de Calamuchita, todo asfalto hasta Yacanto, llegando a esta serrana localidad 1 hora y 40 minutos después de haber salido, tras recorrer 112 km. Todos en ruta, con poco tránsito (no así a la vuelta) y con un motor muy relajado a 110 km/h, disfrutando su confort de marcha y el paisaje. A pesar de ser un pueblo chico, Yacanto tiene vida propia; no es un paraje desolado en las sierras. Allí, el cartel que indica el camino al Cerro los Linderos. Unos 30 km bastante sinuosos (hasta «la bifurcación»), en ascenso permanente, con la línea de alta tensión acompañando casi todo el tramo.
En la primera parte, resultó bastante transitable (me refiero para autos en general) aunque, ya cerca del Puesto 3 Arboles, el único antes del final del camino, se encontraba bastante deteriorado. Aun así, vimos un par de autos, pero que no pudieron pasar de ese punto. Resultaba imposible. Allí, por probar, pusimos 4×4 en baja y la sensación de estar en un tanque de guerra, capaz de subir lo que sea, siempre que no haya grandes cruces de puentes por la ausencia de diferencial autoblocante. Del calor de la zona baja, al frío de los 2700 metros, aunque con un sol diáfano, inmaculado, espectacular. Al subir, «allá abajo» el río El Durazno, cristalino, frío, puro. Subiendo, solo un par de pick ups en el recorrido. Llegamos a lo que se conoce como la bifurcación, donde la línea de alta tensión sigue hacia Traslasierra (bajando desde ese, el punto más alto) y el camino continúa unos 10 km hasta el Cerro Los Linderos. Desde allí se puede continuar a pie, unos 45 minutos hasta el mismísimo Champaquí. De todos modos decidimos parar en la bifurcación, caminar hasta el filo (unos 500 metros) para contemplar allá «abajo», majestuoso, el valle de Traslasierra, toda vez que, desde abajo, en muchas oportunidades, miré hacia arriba, preguntándome cómo sería ese punto donde la línea comenzaba a bajar. Pues allí estaba ahora y resultó fascinante.
Antes de volver a poner en marcha Alaskan para descender y desandar esos 30 kilómetros, bastante tortuosos y lentos, hasta Yacanto, último punto de «la civilización», algunas apostillas más de la camioneta de Renault. Su motor (de origen francés para ambas cordobesas) es de 2.3 litros, y 160 CV o 190 CV, biturbo, como en nuestra unidad full. Insistimos, el motor y la puesta a punto general, resultaron impecables, de lo mejor. Bien por el sistema de visión 360°, para maniobras de estacionamiento y acceso y arranque sin llave, y mal por la ausencia de sensores de estacionamiento delanteros, necesarios dada la altura del capot. Muy cómodas butacas en cuero ecológico y el plus del techo solar eléctrico, que aprovechamos en este recorrido a baja velocidad y con el sol a pleno. La dirección de asistencia hidráulica resultó algo dura para maniobras a baja velocidad. Casi nula filtración de tierra después de tantos kilómetros en ese suelo. Bien por burletes y protecciones.
Otro aspecto a mejorar (común a otras pick ups) es el nivel de equipamiento en Seguridad Activa. Sin Asistente de Cambio de Carril, ni Control de Crucero Activo ni Alerta de Tráfico Trasero Cruzado, por mencionar algunos. Claramente un excelente producto en el que Renault tiene depositadas altas expectativas para ser un contendiente de peso al trío más conocido (Hilux, Amarok, Ranger). Es más cara (en términos comparativos) que versiones equivalentes de Frontier, apostando a que el cliente Alaskan valorará la puesta a punto estética francesa. Bueno, es hora de regresar a Córdoba, por el mismo camino. Allí nos cruzamos varias pick ups (y algunos autos que seguramente no sabrían que no iban a poder llegar hasta arriba). Parada en Santa Rosa para aprovisionamiento de energía para nuestra humanidad, a la vera del cristalino río homónimo, para volver a Córdoba y devolver en Santa Isabel, al día siguiente, esta Alaskan Iconic MT 4×4.
CONCLUSIONES
Las altísimas expectativas de Renault, en términos comerciales, respecto a Alaskan, están bien fundadas. Obviamente nadie puede pensar que desbancará a Hilux, al menos en el corto plazo, pero seguramente se meterá en la «zona campeonato», lo que no es poco para un modelo inédito (segmento) que busca abrirse paso, como hizo Volkswagen Amarok hace una década. ¿Cómo será el market share respecto a Frontier? Difícil saberlo, y seguramente se quitarán mercado también entre ellas, aunque el objetivo es pelearle a las demás. El de Renault es un muy buen producto, con varios puntos a favor: diseño, motor, prestaciones, confort de marcha y mecánica en general. También algunos negativos como algún faltante de equipamiento y quizás un precio no del todo competitivo. El resto, cosas de menor importancia. Como siempre, el mercado tendrá la última palabra.