Jeep Compass. Ya nos referimos de manera detallada a él en la prueba correspondiente que realizamos hace un tiempo. Y allí comentábamos acerca del gran éxito de Compass en Brasil. En el vecino país está 9° en la general, algo más que destacable, siendo Brasil, aún, un mercado muy inclinado hacia modelos y versiones económicas, de entrada de gama, y basta ver los primeros 8 lugares del ranking (salvo VW Polo) para comprobar esto.
Y ya que hablamos del mercado brasileño, mirando las estadísticas de venta, 2 apostillas: Fiat Toro está cada vez más cerca de su hermana menor Strada, líder histórica e indiscutible de los comerciales ligeros en Brasil. Por otro lado, las pick up mid size van adquiriendo protagonismo en aquel mercado. En el acumulado de este año, Toyota Hilux, por ejemplo, está 4a, con una diferencia respecto a Strada de un 45%. En 2012 (para buscar algún parámetro comparativo), la diferencia era de casi un 70%.
Pero vamos a esta experiencia a bordo de la Jeep Compass, que fue como un deja vú de aquella realizada con Volkswagen Amarok, muy poco antes del pasado Rally de Argentina, por el campeonato mundial. El tramo «El Cóndor-Copina», uno de los más famosos de todas las fechas del WRC, suele estar en condiciones bastante complicadas durante el año. Cuando pasamos con Amarok, las máquinas lo habían dejado espectacular, no tan lejos de la famosa frase «como un billar».
Claro, luego del paso de aquellas bestias, volvió a su estado normal. De todos modos, nos sorprendió que, salvo en algunos lugares puntuales, estaba bastante transitable, al pasar ahora con la Jeep Compass Limited Plus. Saliendo desde Córdoba, hay varias opciones para llegar al Cóndor, punto de inicio de esta pequeña travesía.
En nuestro caso tomamos la Ruta 5 (que pasa por Alta Gracia, y luego por Villa General Belgrano, entre otros), y antes de llegar a aquella primera ciudad, tomamos un acceso relativamente nuevo que nos depositó en la ruta a Falda del Carmen, donde nace el sinuoso -y muy divertido- camino que pasa por el Observatorio de Bosque Alegra y se une a la Ruta 20, ruta de las Altas Cumbres. Además del respeto por las normas de tránsito y por los frecuentes viajeros que deciden pasear por este tramo, Compass no es «el» vehículo para divertirse en estos sectores trabados, montañosos, complicados, pero aún así, permite recorrerlos con bastante soltura, con una lógica transferencia de pesos como uno de los principales indicadores que nos recuerdan que no estamos en un Mini Cooper S.
Una vez que llegamos a la Ruta 20 (bastante cerca de Copina), tomamos en sentido a Mina Clavero, para llegar a nuestro punto de inicio (y de los WRC en el Rally Mundial), El Cóndor, donde está el viejo Hotel, y también un parador, famoso por sus sandwiches de jamón y crudo y manteca, o al menos lo era hace un tiempo, cuando por cuestiones personales hacíamos esa ruta con mucha frecuencia. Grata sorpresa al llegar a ese, casi el punto más alto: varios vestigios de la nieve atemporal, caída un par de días antes. Y esto le daba un interesante marco de postal, aunque, no quedaba mucho del blanco elemento. Apenas pasando el Cóndor, aparece el inicio del tramo, pasando por aquel viejo hotel. Bastante cerca, la antena repetidora, lugar al que llegamos para ver un poco más de nieve y tomar algunas fotos.
Luego sigue un tramo no tan sinuoso y en un estado bastante bueno (para lo que es un camino de montaña, con mucha piedra), pero dicho «aburrimiento» dura poco; comienzan curvas y desniveles, los que, junto con lo angosto del camino, hacen muy divertido su manejo y lo que menos puede ocurrir es que uno se aburra. Hay sectores muy trabados. Y como nos pasó con aquella Amarok V6, en estos sectores quizás es mejor utilizar la caja automática en modo secuencial, ya que tiene a «bajar un cambio de más» en estas circunstancias. Aprovechamos un par de lugares para «meternos por la montaña», teniendo en claro que no estamos en un Land Rover Defender ni en un Jeep Wrangler, claro. Y Compass permite cierta diversión en estas situaciones, siempre y cuando tengamos en claro sus lógicas limitaciones por no ser un off roader genuino.
Y si bien nos gusta setear la butaca en su punto más bajo (aun en este tipo de vehículos), aquí conviene llevarlo a un nivel más alto, para ver un poco más lo que está adelante; no es cuestión de darle a una piedra o caer a un desnivel, solo por manejar como si estuviéramos en un deportivo. Nos divertimos un rato, cumplió su cometido: el de contar con un vehículo muy práctico y cómodo, sereno, para la ciudad, también en ruta, permitiendo llevarlo a mostrar sus perfomances off road, limitadas, pero suficientes, para la mayoría de los usuarios y las distintas situaciones.
Llegamos a los puentes colgantes (uno fuera de servicio), habitual y pintoresca foto del sector, donde pasa solo auto a la vez (¿para qué más?) y ante los que cuesta entender cómo llegan los WRC cruzados, y los «embocan» unos metros antes; adrenalina, muñeca y respuesta del auto, claro. En uno de los últimos puentes, encontramos un «claro» para bajar al arroyo (no puede catalogarse como río) y «nos mandamos». Con cuidado, ya que estábamos solos y un lugar de no fácil acceso, incluso a nivel señal de celular, como para «pedir un S.O.S.». El arroyito estaba bastante firme, pero, para no dañar el medio ambiente, con cuidado dimos la vuelta, sacamos la foto correspondiente y volvimos al camino.
Tramo final, nuevamente poco sinuoso (como al comienzo), ya abandonando la parte más divertida, pasando por el caserío Copina, bastante verde, lejos de la habitual postal bastante árida de las Altas Cumbres. Transcurrieron los 16 km bastante rápido, a pesar de varias paradas buscando sectores complicados, y sus fotos. Seguimos por la ruta 14, pero asfaltada (vieja variante para bajar a Cuesta Blanca, Icho Cruz y finalmente Carlos Paz), hasta llegar nuevamente a la Ruta 20, en el Parador Copina, muy pintoresco sector del Río de la Suela, con aguas transparentes y muy frías. Olvidamos comentar que antes de llegar a Copina, todavía en el tramo del Rally, aparecen un par de ollas bastante profundas e interesantes. Volvimos a Córdoba, pasando nuevamente por el camino del Observatorio de Bosque Alegre.
Y, además del grato momento por un sector muy famoso y pintoresco, la vuelta también sirvió para terminar de redondear virtudes y defectos de Jeep Compass. Entre las primeras, atractivo diseño, espacioso y logrado interior, gran confort de marcha, buen equipamiento, excelente andar en cualquier condición, excelente panorama en estos lugares gracias al enorme techo solar, y algunos detalles más. Entre los segundos, un motor que se muestra perezoso (teniendo en cuenta sus 174 CV, que parecen menos en la práctica), una pantalla central algo chica y lenta, y el consumo de su motor, sobre todo en ciudad. En el balance, más que interesante.
Excelente nota y excelente fotografía.- Me gusta Compass !