Toyota Mirai es, ni más ni menos, el primero vehículo de producción Toyota movido a Hidrógeno. Si bien esta frase no es errónea, en realidad, para ser más precisos, el hidrógeno, que se almacena en sus tanques, se combina con el oxígeno que ingresa al Mirai, y dicha reacción se produce electricidad, que es la que mueve al motor (eléctrico) y transmite a las ruedas. Por el caño de escape sale…agua. Mirai fue presentado en 2015 y se vende en Japón, Estados Unidos y algunos otros mercados. Claramente la red de ¿hidrógenolineras? es reducida, aunque, por ejemplo, en la región de Los Angeles se cuentan unas 20 estaciones de carga de hidrógeno. Y las ventas del Mirai para nada han sido residuales, aunque sí de volumen pequeño, lógicamente.
La verdad es que, aunque la estética es -casi- 100% subjetiva, podremos coincidir fácilmente en catalogar al Mirai actual como «decididamente poco agraciado», para utilizar un término más sobrio. Y no es potestad solo de Mirai: muchos eléctricos e híbridos, sobre todo del pasado reciente, no encuentran en la estética su mejor argumento. Queda claro que, más allá de un piso de baúl más alto para alojar las baterías, y un coeficiente aerodinámico que debe ser más bajo (hasta cierto punto), no hay razones de fuerza mayor para no poder diseñar eléctricos, híbridos y a pila de combustible (como este Mirai) con conceptos estéticos similares a sus primos con motores a combustión. Y la prueba la da el nuevo Mirai (por ahora concept), con un diseño al que catalogaría como exquisito; atractivo, moderno, elegante, bien proporcionado, logrado.
Aunque no lo parezca, mirando la imagen anterior, el nuevo Toyota Mirai ha crecido solo 10 cm respecto al actual, resultando también más ancho (+ 8 cm). Los cambios son, como nos gusta decir, drásticos, absolutos, radicales, totales. Es otro auto, punto. Con un diseño bastante más convencional, muestra sus 3 volúmenes (o dos y medio) mucho más marcados. El frente presenta la habitual (¿exagerada?) parrilla que vemos en los últimos diseños de la marca, Camry por ejemplo, y en varios Lexus. Opticas que llegan a la mitad del capot, sector trasero con algún aire al nuevo Supra, y firma lumínica continua, para estar a tono con la moda. Diseño sin pliegues, ni curvaturas ni cambios de volumen. Enormes -y trabajadas- llantas que seguramente reducirán su tamaño en el modelo de producción.
Adentro, otro de los puntos conflictivos de la estética del actual, mantiene en cierta medida el concepto, pero también haciéndolo más convencional, con tablero digital, volante algo achatado, muy poco minimalista (muchos comandos) y el aspecto de «L invertida» de la consola central. Alta calidad percibida. El nuevo Toyota Mirai, no hace falta lo aclaremos, no llegará a Argentina. ¿Lo hará algún día? Es todo un dilema el adivinar si prevalecerán los eléctricos convencionales o los modelos a pila de combustible (hidrógeno) como este Mirai.