Hablar con cierto respeto del Porsche 911, icono de la historia de la industria automotriz, implicaría dedicarle no pocas páginas, no pocos bytes. Por varias razones. Por el tiempo transcurrido (casi 56 años), por la cantidad de modelos en su larga vida, por los logros deportivos, en definitiva, por la magia generada a su entorno, la que ha hecho que sea uno de los modelos más deseados y admirados del mundo. Por otro lado, a lo largo de sus 8 generaciones (representadas por 3 cifras) ha cautivado el mundo, y lo sigue haciendo con cada presentación. Salvo la 996 (4a G), bastante polémica por sus ópticas, creo que todas han mostrado una estética impecable, indiscutible. Claro, siempre existirá la rivalidad con otros mundos, como el británico y el italiano, básicamente con los productos pertenecientes a la magia de Maranello.
Pero no solo referirse a Porsche («pooshe«) implica cierto respeto; hablar de su producto más emblemático, el 911, y particularmente definir cuál es la generación más atractiva es, directamente, entrar una zona complicada. Claro, la belleza es -casi- totalmente subjetiva y esto implica que todos podemos tener una opinión diferente al respecto y a mismo tiempo, todos estar en lo cierto, en algún sentido. Personalmente creo que la estética (en general, y de los autos en particular) no es totalmente subjetiva; hay un cierto umbral de belleza que no depende de cada uno; pero en todo caso es un tema polémico que excede el objetivo de esta nota. Habiendo aclarado lo «opinable» del rubro, debo reconocer que las dos generaciones más atractivas de todas las del 911 son la 964 (1988) y la 993 (1993). ¿En qué orden? No lo sé, me gustan mucho ambas. Diría que me parece más «purista», más fiel a su historia, más «genuina» la 964, pero hilando muy fino. Estas dos generaciones del Porsche 911 me encantan. Sí, por ejemplo, la última (992) es impecable, y me gusta mucho, pero no más que aquellas. Porque además de lo subjetivo de la estética, cuando se analizan productos de diferentes tiempos, «metiéndolos a todos en la misma bolsa», la cuestión es más complicada, por razones obvias.
Con el paso del tiempo, Porsche 911 ha ido ensanchándose, «apaisándose», estirándose, haciendo más inclinados parabrisas y lunetas, subiendo la cintura, levantando la cola, ganando en apariencia deportiva, y quizás cediendo algo de su personalidad inicial. Claro, mirando aquel 911 inicial de 1964 y el actual, presentado a fines de 2018, las diferencias son notables; han pasado 55 años, pero aún así, podríamos acordar que el aspecto general, su aire de familia, su concepto estético, se han mantenido en el tiempo, evolucionando, lógicamente. No muchos modelos pueden ostentar este concepto. Partamos de la base que no muchos, a su vez, cuentan con más de 50 años de vida. Volkswagen Golf es otro que puede mostrar una coherencia visual, evolucionada, desde su primera versión de 1974 hasta la actual. Una variante muy importante en la historia del 911 es el Turbo. Nació con la segunda generación (930), inicialmente con motor de 3 litros y luego de 3.3 litros, con potencias de 260 CV y 300 CV respectivamente. La 3a, la 964, comenzó con motores aspirados de 3.6 litros y el turbo, de 3.3 litros y 320 CV, evolucionando al S, con 381 CV, comercializándose también con motor 3.6 Turbo de 360 CV y Turbo S con 385 CV.
La primera generación (911 «a secas») tuvo en el RS con motor de 2 litros y 210 CV su variante más prestacional, previa a la llegada del turbo en la 930. La 4a, la 993 adoptó un turbo con 408 CV, y 450 CV en la versión S. La historia sigue con con la 5a generación, la 996, pero se va de la etapa que más nos interesa y es la que va de 1988 a 1998, con los 911 964 y 993, reitero, a mi criterio, los más lindos de todos los 911. Capítulo aparte para las versiones turbo, antes descriptas, «un paso más allá». El 911 964 fue el último que respetó fielmente algunos conceptos históricos del modelo, como las ópticas delanteras en posición casi vertical, aunque, con paragolpes integrados y un diseño algo más redondeado que el 930. Y quizás, sea este es el que más me atrae, levemente por encima de su sucesor, el 993. Creo, hilando fino, que si analizamos las versiones «normales», me quedo con 993, pero si hablamos de turbo, es el 964 el vencedor, subjetividad aparte claro. Estas dos generaciones fueron las últimas en adoptar un motor refrigerado por aire. Luego vendría la controvertida 996, con faros raros, «no redondos» y que tanta polémica causó en aquel momento. Porsche reaccionó rápidamente, y de hecho la 997 volvió a las formas redondas en su iluminación.
¿Porqué digo que tanto 964 como 993 son las generaciones más lindas del Porsche 911? No hay razones científicas, como todo lo que tenga que ver con cuestiones estéticas, si bien algunos elementos fueron comentados anteriormente. Me parece que fueron los más armónicos y los que todavía respetaron más fielmente su historia. Esto, hilando muy fino; nadie podría decir que el actual 992 presentado hace un par de años, no es un «911 genuino». Por supuesto que lo es y además es espectacular, pero, «mi corazón está con aquellas 2 generaciones».
Capítulo aparte para un derivado del 911 (turbo), que fue el extremo Porsche 959, un modelo que nació por la necesaria homologación en algunas competiciones y que tenía el aspecto de un 911 alargado y ensanchado. Se produjo entre 1986 y 1988, tenía tracción 4×4 y su potencia llegaba a los 450 CV, provenientes de un motor de 2.9 litros. Aceleraba de 0 a 100 km/h en 2.8 segundos. Estos números pueden no sorprender hoy, y menos dentro del mundo Porsche; un 911 Turbo S actual tiene 650 CV y acelera en el mismo tiempo, pero hace 34 años… La ¿excusa» de su fabricación fue homologarlo para el grupo B del Rally, aunque su mayor protagonismo estuvo en el Dakar de ese año, venciendo en dicha competencia. Más allá de esto, el 959 fue y será uno de los Porsche más espectaculares de todos los tiempos, junto a su eterno rival, la Ferrari F40.
Porsche ……el mejor auto del mumdo