Si luego de probar el 535i, hubiera pensado qué mejorar, o que “upgrade” podría recibir, mi imaginación no la hubiera tenido fácil. Aquel modelo tenía muy poco para reconsiderar.
Pocos días después de haberlo devuelto, Néstor Massa, de Auto Munich, me avisaba que llegaría un 550i para disponer y poder probar.
El primer impacto visual de su color blanco (erróneamente relacionado con versiones baratas por el imaginario popular) quizás desconcierta un poco, pero terminó conquistándome.
Por dentro solo la diferencia en la terminación de apliques, ahora de color oscuro, que le sientan –subjetivismo- mucho mejor.
La política de las premium, y sobre todo de BMW, es que uno pueda configurar casi cualquier plataforma mecánica con el equipamiento deseado.
Y así, este 550i, de USD 118,900 no contaba con Sintonizador de TV ni Asistente para el Estacionamiento, ambos presentes en el 535.
Salvo estos dos opcionales ausentes, y el motor, el resto es igual, y por lo tanto valen las apreciaciones del test anterior.
Vamos al corazón de este 550i. Su V8 biturbo de 407 CV –créanme- da miedo. Literalmente. Comentábamos con un amigo, también amante de los autos, que este 550i hace perder la noción de distancia y tiempo. En pocos metros y segundos uno llega a 160 km/h como si nada y puede pasar cualquier auto, por rápido que transite, como si estuviera parado. Sigo pensado que resulta imposible transcribir lo que uno siente a bordo de esta bestia de casi 2000 kg que, acelera de 0 a 100 km/h en 5 segundos. Todo dicho.
Por supuesto chasis, frenos, caja (8 marchas automático /secuenciales), suspensiones y trenes rodantes juegan en equipo para conseguir un comportamiento extraordinario. Y lo elogiable es que se puede circular en ciudad con más que razonable confort de suspensiones o en 8ª a 90 km/h a 1000 vueltas…y un consumo muy bajo.
Por supuesto, si se lo pisa a fondo (hay que tener coraje), la magia desaparece, y los litros de nafta pasan a la atmósfera rápidamente; 400 caballos necesitan alimento.
Volvimos a nuestro habitual circuito de montaña, trabado, en subida a la ida y bajando luego (requiere lógica mayor atención), y me sentí –salvando la gran distancia- un piloto de alguna categoría profesional.
Creo que podría haberme quedado días subiendo y bajando por el complicado tramo, disfrutando a este “auto de carreras civilizado”.
Pensaba, luego de haber manejado este 550i y sus brutales performances, ¿Qué me puede sorprender?
¿Una X6 M de 555 caballos?. ¿Porqué no?. Ojalá.
Devolví el Serie 5, muy a pesar mío…