La idea sonaba atractiva: realizar un típico «viaje familiar» para poder experimentar el funcionamiento de un auto ya probado, ahora con 5 personas a bordo, equipaje, y muchos kilómetros en pocos días, con distintos escenarios topográficos.
Obviamente no esperábamos sorpresas o grandes descubrimientos en este operativo, aunque sí poder minimizar o maximizar conceptos, que no siempre saltan a la luz en una prueba «técnica» normal.
Y decidí no estar tan atento a su funcionamiento, como es habitual en las pruebas, sino «dejarme llevar» por la aventura y que el auto transmitiera solo sus conceptos.
El Corolla que nos cedió Centro Motor, concesionario Toyota en Córdoba, es el mismo que habíamos probado en septiembre del año pasado, solo que ahora, con 15.000 km en su odómetro.
Y como he expresado en otras oportunidades, en contra de lo que el imaginario popular decrete, estos autos, destinados -justamente- a ser probados, no siempre son tratados con el mínimo cuidado razonable. En muchos casos se abusa de ellos, asumiendo que, al ser prestados, no merecen el mismo cuidado que recibirián si fueran de nuestra propiedad. Concepto equivocado, pero real.
Es por eso, que estos «pocos» kilómetros equivalen a bastantes más en el usuario promedio. Y este Corolla se mostró exactamente igual que hace 9 meses. Ausencia de ruidos, carencia de filtraciones y funcionamiento normal.
Los casi 1.700 km realizados en menos de 3 días, permitieron comprobar su andar relajado. Y realmente, cargado, cansados, pero con el atractivo de conocer, nos sentimos absolutamente cómodos a bordo, y la sensación es que podríamos haber duplicado el trayecto, en el mismo tiempo, y tampoco hubiéramos sentido el rigor de la aventura.
Tras una breve detención en Las Salinas, mar blanco en la inmensidad, y una obligada parada en Famaillá en «La campeona de la empanada», el primer día (o lo que quedaba de ese viernes) nos animaba a un circuito urbano, parte en el Toyota, parte a pie, conociendo el área céntrica de San Miguel de Tucumán. Casa de Gobierno (Salón Blanco incluído), la Catedral, las muchas iglesias, la ineludible Casa de Tucumán, tal vez exageradamente retocada. Como sucede con la Catedral de nuestra Córdoba, a veces es deseable dejar una imagen lógica de desgaste, y no la sensación que fueron construídas hace solo unos años.
Agradable ciudad, con muchas avenidas y calles no tan angostas, solo resulta criticable el -muy- desordenado tránsito y la poca sumisión a las normas de tránsito, respeto por los semáforos incluido.
El segundo día, celeste inmaculado, nos animó a llegar a las ruinas de Quilmes. Primero el ascenso por las Yungas, plena selva tucumana, que da la sensación de estar en el Amazonas, solo que con montañas que hacen más atractivo el paseo. Camino angosto, en parte intransitable para dos vehículos, recrea la vista y los demás sentidos. Tras dejar la selva y llegar «al llano», seguimos hasta Tafí del Valle, muy pintoresco, y un gran contraste con lo verde recién dejado atrás. Tras reabastecer los motores humanos, seguimos a Amaicha del Valle, con un camino muy sinuoso, bastante agreste, que nos depositaría, pocos kilómetros después, en las famosas ruinas.
Al llegar, la primera impresión, tal vez por una alta expectativa previa, no es tan sorpresiva. Uno llega a ver solo «piedras amontonadas», y a minimizar lo realizado por aquellos indígenas. Pero cuando se avanza, trepando por la ladera, mirando hacia abajo en todo su esplendor, la sensación cambia: admiración y respeto dominan la escena.
En aquellas subidas, y a un altura importante, se notó la falta de oxígeno. Sí, 2.000 m no son tantos, pero el motor lo siente y debe bajarse un cambio respecto a lo habitual. Subidas en tercera deben encararse en segunda. Fuera de esto, que afecta a cualquier motor, el confort a bordo -y el relax- es total. Las ocupantes del espacio trasero no manifestaron quejas -algo raro- en todo el periplo. Regreso casi de noche a San Miguel. Corolla, tras haber cumplido de manera sobresaliente su misión, se fue a reposar.
El último día fue el de la subida -también selvática- a San Javier, donde está el Cristo, con una vista increíble. En la subida, muy sinuosa y angosta, y con el asfalto húmedo en partes, la tenida del Corolla fue muy buena. A pesar de no contar con Control de Estabilidad (debería incluirlo esta versión «full» SEG) y de su espíritu familiar, presentó batalla a las curvas complicadas, dando una seguridad importante. Bajada por Villa Nogués, que pareciera «metida a presión» en la ladera selvática, y plantas de tamaño XL. Camino de regreso a Córdoba, que se nos hizo -casi- instantáneo, en gran parte por la comodidad a bordo.
Siendo una página dedicada al mundo del automóvil, no podemos concluír la nota sin una referencia más técnica al producto.
Además del ya ponderado confort de marcha en todo tipo de caminos, elogiamos su espacio y comodidad interior, su ergonomía en la mayoría de los comandos, las múy cómodas butacas en cuero (la del conductor regulable eléctricamente), la presentación interior y su caja de 6 marchas, que en conjunto con un eficiente motor, permiten un consumo muy contenido y un andar absolutamente relajado. Muy buena iluminación de tablero, el que luce algo antiguo, como buen japonés.
Algunos comandos mejorables como el de la computadora de a bordo, incómodo. Aunque tal vez no logre un sobresaliente en aspecto alguno, el Corolla cumple más que bien en todo. Y en algunas cuestiones lo hace de manera muy eficiente. Ruta, ciudad, tierra, trepadas, maniobras (cámara de marcha atrás incluída), todos, son perfectamente superados por el japonés fabricado en Brasil.
Una prueba distinta, absolutamente familiar, pero que sirvió para ponderar sus virtudes vistas en el test anterior, y seguir criticando algunas cosas puntuales, menores. Corolla, excelente opción familiar.
Su precio es de $ 145,000, trepando a los $ 148.500 en la opción de caja automática. La familia Corolla arranca en los $ 101.900 de la versión XLi. Familiar, sobrio, y de perfil bajo, como ninguno.
Fuuuááááá!!!!! buenisimo! que se dé.- cambio y fuera.-
Muy lindo tu periplo..la flia. el paisaje, el andar relajado de ese Corolla, etc, lo habras pasado lindo..no te envidio porque tengo ESP y caja DSG, que seguramente a un viaje así lo harían un placer como te resultó a vos tambien..- Los Corolla me gustan, más que Honda, pero a mi me iria un Camry.- espero tus proximos test.- Audi A4 ? Clase C ? Passat Variant ? dale, mandá los mangazos
Gracias Miguel, muy amable por tus comentarios. Sí, la idea era encarar algo distinto a la «fría» prueba habitual, y realmente se experimentan algunas cositas distintas. Hemos probado BMW 535i y 550i, Audi A3 Turbo y MB GLK. De nivel alto, en espera, confirmados (aunque en este ambiente nunca se sabe), están: Clase E 250 BlueEfficiency (sí, clase E con motor 1.8), Clase C 200 BlueEfficiency, Citroën DS4, Toyota Land Cruiser Prado y algun otro. Esperemos que lleguen.
La limitación está dada por la poca posibilidad de viajar seguido a Buenos Aires a buscar. Si pudiera hacerlo, podría ampliar notablemente el espectro. Paciencia. Un abrazo.