Jaguar no es una marca más en el mundo del automóvil. Aunque pertenece al grupo indio Tata (junto con Land Rover), se mantiene más británica que nunca. Nació en 1922 aunque, como ocurre con tantas otras automotrices, con otro nombre: el año que viene cumple 100 años. Y tiene un pasado glorioso, incluso en el mundo de la competición. Su portfolio actual es amplio (E-Pace, F-Pace, I-Pace, XE, XF, F-Type) y espectacular, aunque claro, con los vertiginosos cambios de la industria del automóvil en estos últimos tiempos, conceptualmente se está quedando atrás. Lo mismo le sucede a Aston Martin, entre otros. Modelos espectaculares para otros tiempos, pero que hoy «pierden» frente a modelos eléctricos, hiper tecnológicos y futuristas.
Por eso todas las marcas se están reconvirtiendo para hacer frente a los nuevos tiempos; todas. Y las que no lo hagan, desaparecerán, literalmente. Nadie puede discutir lo espectacular del F-Type, en todo sentido, pero quizás no resulta del todo apto para los nuevos tiempos. Jaguar tiene un modelo eléctrico, el I-Pace, muy interesante, pero también resulta algo alejado de la tendencia actual, aunque en menor medida. Quizás por esto, la marca está buscando (sin ocultarlo) plataformas de modelos eléctricos más avanzados, para desarrollar sus próximos productos. Al fin y al cabo, las principales fortalezas de Jaguar pasan por su tradición, su calidad constructiva, su diseño, sus performances, y todas ellas pueden mantenerse perfectamente a pesar de utilizar plataformas externas a la marca. Veremos como sigue.